BREAKFAST AT TIFFANY’S Y OTROS CUENTOS


por Erik Alfredo

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Al principio de este año —cuando aún no teníamos idea de lo errático y catastrófico que se iba a desarrollar— me recomendaron leer Just Kids, la autobiografía de Patti Smith publicada justo una década atrás. Es un libro en que la artista cuenta su vida tomando como eje central sus años junto a Robert Mapplethorpe mientras ambos trataban de entrar a la escena de arte de Nueva York en los setenta. Para mí fue inevitable seguir los pasos de Patti por Manhattan y no recordar por momentos a Holly Golightly. Hay algo muy similar entre los personajes que interpretó Hepburn al inicio de su carrera. Eran todos personajes enfrentados a la necesidad de redescubrir su propia identidad probando los disfraces de otro. En Funny Face, Joe es una bibliotecaria que tiene que disfrazarse de modelo de revistas. En Roman Holiday, Anne es una aristócrata que se disfraza de turista para poder conocer la ciudad de Roma. En Breakfast At Tiffany’s, Holly Golightly resulta ser un disfraz con el que Lula Mae deja atrás su pasada vida rural.

En el caso de Breakfast at Tiffany’s, el argumento gira en torno a la relación que se forma entre Holly, ahora una joven socialité de Nueva York, y su vecino escritor Paul Varjak —a quién ella se empeña en llamar Fred, como a su extrañado hermano.— Originalmente, Truman Capote —quien escribió la novela Breakfast at Tiffany’s— pretendía interpretar el papel de Paul, que en la versión literaria es el narrador en primera persona. Los estudios lo persuadieron de no hacerlo porque “no era un papel suficientemente bueno para él”¹. Por eso cada vez que veo a Paul en alguna escena de la película, trato de hacer un deepfake mental para sustituir el rostro de Peppard por el de Capote. 

A la mitad de la película, Paul conoce a un visitante que llega al edificio, un tal Doc, que resulta ser el antiguo esposo de Holly. Ésta es la primera vez que Paul conoce a detalle sobre la vida pasada de Holly Golightly. En aquel entonces su nombre era Lula Mae y vivía en un rancho con Doc y sus cuatro hijos. Casi de inmediato Holly se entera de la llegada de Doc, y lo recibe con todo el cariño que aún le tiene. Sin embargo, cuando él le pide que vuelva con él a casa, ve que Holly no está dispuesta a abandonar la vida que ha estado fabricando para ella misma. Al momento de que Holly se despide de Doc en la estación, ella le hace abrir la ventana del autobús para decirle que ELLA YA NO ES LULA MAE. “No lo soy”, le repite. Tal vez la desesperación con la que procura expresarlo no fuera tanto para convencerle a él, sino para convencerse a ella misma. Y efectivamente, cuando el autobús se va de la estación, Holly se apoya en Paul y le confiesa con dos lagrimas idénticas saliendo coordinadamente de sus ojos “¿Sabes qué es lo más terrible, Fred? Que todavía soy Lula Mae.” En ese momento quisiera gritarle a Holly desde este lado de la pantalla que en un universo paralelo, fue suficiente para Patti Smith un simple corte de cabello para dar paso a una vida nueva. 

En Just Kids, Patti cuenta que un día se vio al espejo y se dio cuenta de que había estado recortando su cabello de la misma manera desde que era adolescente. Entonces busca una foto de Keith Richards en una revista, y ella misma se recorta a su imagen y semejanza. Cuando Robert entra al apartamento que compartían entonces en el Hotel Chelsea y la ve, le pregunta “¿Qué te poseyó?”². Para mí hay algo muy esperanzador en los disfraces que usan éstos personajes en sus intentos de cambiarse a sí mismos. Son disfraces que, a pesar de ser tan ajenos a la identidad que el mundo ha creado por azar para ellos, son lo único que les permite regenerarse a su propia voluntad —o sea, lo único que les permite crecer—.

¹Pugh, Tison. Truman Capote: A literary life at the movies, 2014
² Smith, Patti. Just Kids, 2010

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