HOLIDAY INN

Mark Sandrich, 1942


Escrito por Julia Scrive-Loyer

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Le pido poca cosa a las películas de navidad: que regeneren en mí toda esperanza en la humanidad. Claro, todo esto es un cliché martillado por los gringos, pero es uno que no me irrita tanto. Si además, para venderme ideas falsas, usan a Bing Crosby, a Fred Astaire y la música de Irving Berlin, tengo muy poco de qué quejarme. En esta sección de clásicos navideños no vamos a hablar de obras maestras. Hablaremos de películas como ésta: agradables de ver, y de escuchar.

Holiday Inn tiene par de momentos muy desafortunados. Esto se debe a que la película no sólo sucede durante la navidad, sino que hace un recuento de los principales días feriados de los Estados Unidos, incluyendo algunos que ya no existen. Pero la catalogamos como una película navideña porque empieza y termina en esta época, y su trama por lo tanto tiene sus núcleos dramáticos más importantes en esta fecha, con un año de por medio.

Vamos a sacarnos primero los momentos desafortunados de encima, para que estén preparados psicológicamente cuando la vean. Hay que tener en cuenta siempre que estamos viendo una película de los Estados Unidos, y que sobre todo en el 1942, poco después de Pearl Harbor, los gringos necesitaban su momento patriótico. Por lo tanto, en la fiesta de independencia del 4 de Julio, tenemos un segmento musical sobre la importancia de la libertad para el pueblo estadounidense, acompañado de un video que nos muestra el despliegue de armamento del país durante la guerra. Sin embargo, después de esto, viene probablemente una de las mejores coreografías de Fred Astaire, “Say It With Firecrackers”.

El otro momento desafortunado no tiene salvación. Yo siempre me cuido de tener en cuenta la época en la que se hicieron las cosas, y soy de la idea que juzgar obras pasadas con los valores de hoy en día es a menudo confuso y absurdo. Sin embargo, el blackface es algo que siempre será difícil de salvar, y aún más difícil de ver. Para la fiesta de Abraham Lincoln, Bing Crosby y Marjorie Reynolds se pintan de negro junto al resto de la banda para interpretar una canción sobre cómo Lincoln liberó a los negros. Esto sucede además en un lugar donde en la cocina trabaja una mujer negra, interpretada por Louise Beavers, junto a sus hijos. Ella también canta en un momento desde su silla, apartada de la fiesta. Aquí no hay nada que venga después para salvar el momento incómodo, sólo paciencia y seguir avanzando.

Dejando esto de lado, ¿por qué Holiday Inn es una película que te regenera la esperanza en la humanidad? Obviamente no es por lo que mencioné anteriormente. Vayámonos a la forma y vayámonos al fondo, pero de manera muy sencilla:

Por un lado tenemos a Mark Sandrich, que dirigió la mayoría de los musicales de Fred Astaire y Ginger Rogers, y a quien por lo tanto le tengo un cariño inmenso. Su fotógrafo predilecto, David Abel, que trabajó con él en esos musicales de los años 30, participa aquí una vez más, convencido por Sandrich después de que hubiese decidido retirarse del cine. A esto se le une la música de Irving Berlin, uno de los compositores más prolíficos del siglo XX, y a quien le debemos muchas de las canciones del Great American Songbook. La película es una puesta en abismo: Berlin firmó un contrato para escribir canciones para una película sobre una idea que él tuvo de un Inn que sólo abriera los días feriados. En la película, Bing Crosby abre un Inn que sólo abre los días feriados, dándole una razón para escribir una canción para cada fecha, canciones que luego vende en el contrato que firma con Hollywood para que hagan una película sobre un Inn que sólo abre los días feriados.

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Aprovechando esto, pasemos a Bing Crosby. Yo creía que era imposible no estar del lado de Fred Astaire en una película, sobre todo en una de Mark Sandrich. Pero lo lograron. La película nos engaña empezando con Astaire, y nos hace pensar que la historia está contada desde su punto de vista. Lo apoyamos incluso cuando le quita la novia a Bing Crosby al inicio de la película, pero muy pronto nos vamos quedando solamente con el entrañable Crosby. Claro, todo se nos pone en duda cada vez que vemos a Astaire bailando, pero la dulzura y torpeza de Crosby compite perfectamente bien con la ligereza y agilidad de Fred Astaire. Esto queda claro desde el inicio de la película cuando ambos cantan “I’ll Capture Her Heart”. Como pasa muchas veces en los musicales, lo que sucede en las escenas de baile representa lo que sucede en la trama de la película.

No quiero dejar de mencionar a Marjorie Reynolds, que además de ser hermosa de manera muy discreta, manifiesta en pantalla sus emociones de manera sutil y a la vez efectiva, cosa no siempre evidente en el cine de esa época. La penúltima secuencia de la película, que termina de cerrar la trama romántica entre ella y Bing Crosby, no sería la misma sin su actuación, y nos creemos la historia de amor porque sucede entre dos personas discretas que se emocionan por cosas pequeñas.