L'ENFANT SAUVAGE

François Truffaut (1970)


por Julia Scrive-Loyer

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Lo primero que quiero hacer es agradecer a Truffaut por ser él en toda su seriedad y su ternura. Amé muchas cosas en L’Enfant Sauvage, pero hubo una que me llamó la atención. Truffaut nos cuenta la historia de un aprendizaje. Esto se ha hecho muchas veces en cine y literatura. En el cine, se ha hecho a menudo de manera similar: siempre es difícil al principio, después se empieza a poner fácil, luego muy fácil, luego pasa algo que nos desmotiva, y finalmente llegamos al final feliz. L’Enfant Sauvage sigue esta misma estructura, y sin embargo…

Es usual que en las películas de aprendizaje clásicas (y también en muchas comedias románticas que son de algún modo películas donde los personajes aprenden a amar), haya una secuencia de montaje cerca del final de la peli. Esto también sucede en L’Enfant Sauvage, y sin embargo, tiene varias características que la hacen totalmente distinta. Lo primero es que no hay música. Porque lo que se está haciendo en esas escenas es muy importante. Truffaut no sólo nos muestra la evolución de Victor, si no que realmente hace un estudio del proceso de aprendizaje. En la película él es médico, y el tono de la obra se nos presenta como tal. Puede sonar y verse serio, pero en el fondo es muy dulce. Reconocemos que es una secuencia de montaje por cómo está editada, mostrando acciones distintas en un período de tiempo. Pero Truffaut le da tiempo a cada una de esas acciones, asegurándose de mostrarnos el contacto visual y físico entre él y Victor, dándonos una sensación de cercanía.

Tal vez esas son las dos características que nos ayudan a definir la película - la dulzura y la seriedad. A menudo Truffaut me parece ser esa mezcla. Pero quiero añadir que esta película es también muy tranquila. La música no aparece hasta después de mucho tiempo, y se aprecia el “silencio”. Cuando entra la música, se usa sólo para para situaciones específicas, lo cual nos ayuda a acostumbrarnos rápidamente a ella - la asociamos pronto al exterior. El exterior que en un inicio era “silencio”, más tarde se convierte en música. La decisión del blanco y negro le añade a la sobriedad de la película - no hay ruido en ella; no hay colores con los que distraerse. La actitud de todos los personajes es de calma, balanceando el enfado de Victor.

Creo que lo que vemos de Truffaut en esta película es que aunque pudiera ser muy clásico y convencional en sus estilos narrativos, siempre mantuvo una dulzura que le era única, una dulzura seria, necesaria.