diego cepeda
Cineasta, músico y compositor dominicano establecido en Barcelona. Desde el melodrama, el cine-ensayo y el análisis cinematográfico, investiga primordialmente los temas de identidad, familia y memoria. Sus piezas se han presentado en Filmadrid Festival Internacional de Cine (España, 2018, 2019); Cinema Boreal (República Dominicana, 2018); INDEX Festival de Performance, Noise, Video y Poesía (Miami / Santo Domingo); en la publicación internacional online Notebook de la plataforma MUBI (2018, 2019) y más recientemente reconocidas por la revista internacional Sight & Sound del British Film Institute (2019). Actualmente trabaja en el área de curaduría y programación para el Archivo Xcèntric de Cine Experimental en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).
diego RECOMIENDA
ARTÍCULOS ESCRITOS POR diego
Hablar sobre algunas películas de John Ford sería intentar hablar del camino personal que se va trazando cada vez que se ve una película suya, también de una cierta educación sentimental. Parecería que Ford, película tras película y plano tras plano, abarca un universo capaz de reinventar el cine, de devolverle su infancia.
Cualquier tesoro anhelado necesita de una aventura que esté a su altura. Un laberinto lleno de trampas, desafíos, revelaciones y sorpresas; en donde el misterio, la desdicha y el deseo tiren de los hilos del destino.
Un cierto tipo de cine, o mejor dicho, una cierta manera de acercarse al cine, o al arte, o a la vida, nos arroja constantemente a lugares y espacios para habitarlos, para volver una y otra vez aunque nunca hayamos estado ahí en un principio.
¿Qué ocurre cuando se hace una película sobre un objeto? ¿Qué sucede cuando ese objeto es un cuchillo?
Frente al cambio de siglo, ¿qué sitio ocupa entonces el legado del Film Noir, el misterio de las conspiraciones, de las mujeres y hombres con destinos tallados en piedra, el juego de las falsas identidades y sobretodo, aquel narrador incuestionable que se le ha llamado director-autor a lo largo de la historia?
El cine, en ese momento, fruto de una relación extraña de miradas, se convierte en aquello que nos permite observar el viento.