#12
Hace un año me senté a escribir la nota editorial que recibiría la nueva década. No hace falta intentar encontrar un adjetivo que encapsule lo que fue este año - fue complejo, a la vez unificador y solitario, y cada uno encontrará la manera de definirlo desde su experiencia propia. Una cosa es segura: nos liberamos del 2020, y aunque hayamos perdido mucho y a muchos, quiero pensar que nos enfrentamos al resto de la década con nuevas y tal vez inesperadas herramientas.
En Simulacro, celebramos nuestro primer año completo: siete ediciones, 109 colaboraciones. Quiero agradecerles de todo corazón por haberme ayudado a concretar este proyecto en un año tan inestable.
Mientras tanto, les deseo un año más suave y tranquilo a los que lo necesiten, más dinámico a quienes lo deseen, y en cualquier caso, un año sin miedo, porque el miedo es el mayor enemigo de la libertad.
Portada por Cam Estela
LA libertad
Los personajes Rohmerianos parecen peones de una trama, y de verdad que pueden ser sólo eso y funcionar perfectamente bien, pero lo que siempre me ha atrapado en el cine de Rohmer es que por debajo de este armado perfecto del cuento, están corriendo todas las complejas dudas e indecisiones del ser humano.
Me pregunto si Maigret alguna vez podrá liberarse emocionalmente de los casos de su carrera, incluyendo — y quizás sobre todo — de los que logró resolver.
Las versiones de esta vida son tan distintas como personas en el mundo.
Sus películas no sólo se prolongan en el tiempo sino que intentan cavar en él con la profundidad con que se vive: en ellas el tiempo es real y nos confronta, vemos el mundo y allí a nosotros mismos sin poder olvidar nuestra existencia, nuestro ser en el espacio, nuestra duración.
Nuestra búsqueda incansable de libertad espiritual nos ha convertido en viajeros sin destino alguno — ¿y a qué precio?
las soledades de chantal akerman
Me enseñó que el cine puede ser una búsqueda, una carta, un momento en el que se escapa una verdad escondida, una mujer en una cocina cerrada amasando una carne molida, un tiempo muerto con vida. Después de tres escuelas de cine, Chantal ha sido, de mis profesoras, la más directa de todas.
Dentro de un espacio concebido para ser usado por tiempos limitados y definidos, Chantal Akerman se planta, como una hierba que sube desde lo bajo del concreto por los pequeños recovecos dejados por el paso del tiempo.
Cada nueva tecnología de distribución/consumo y preservación de imágenes en movimiento reescribe y reedita, por inclusión o por omisión, la historia del cine, a la vez que confronta los valores sobre los que se va fundando el capitalismo moderno del que este ha sido testigo y forjador activo: “Es más fácil imaginar el fin del mundo que el del capitalismo” continúa Mark Fisher.
Hoy, 5 años después, en el encierro que implica vivir temiendo por todos los que están cerca o lejos, en el miedo que supone no saber si volveré a verlo, y con la sensación de estar perdiendo cada día un poco de control sobre todo lo que antes ¿tenía?; saber que esta imagen existe, me hace feliz.
En plena cuarentena, Maia Otero se sienta en la sala de cine vacía a ver tres películas de Chantal Akerman. Este texto es el diálogo de Maia con estas piezas y con su realizadora.
Sostener la libertad de la mirada es quizás hoy en día para Fontán el único horizonte posible, ante un mundo que ha perdido sus sonidos (como en la película) y una humanidad que parece haberse olvidado definitivamente de sí misma.