LES CHAMBRES DE CHANTAL


por Maia Otero

La Chambre, Chantal Akerman

La Chambre, Chantal Akerman

Los espacios que habitamos suelen ser nuestros reflejos. Un espejo tanto tangible como no de nuestro interior. En el cine, las habitaciones nos sintetizan informaciones circunstanciales de los personajes que las habitan (o no), pero también nos susurran verdades y secretos sobre ellos. En Je, Tu, Il, Elle, Chantal Akerman inserta a su personaje en una habitación que no es solo el espacio que habita la chica (Yo), pero pasa a ser aquello que le permite reconocer ese Yo. Las reorganizaciones de sus muebles, y el despojo de sus pertenencias materiales van de la mano con su estado emocional. Luego de agotar todas las posibilidades de transformación dentro del espacio, pierde ese espacio desahogo, de despojo, y se purga de manera física; sacando todos los muebles. Sin nada alrededor no queda más alternativa que enfrentarse, y enfrentar el vacío. Los muebles no tienen la culpa de los significados que les asignamos, y aquello que proyectamos sobre ellos encuentra una nueva rama a la que colgarse. 

No obstante, los espacios, tan ineludibles que son dentro de su materialidad, pueden ser impersonales, espacios liminales, destinados a un corto paraje, como lo son las habitaciones de hoteles en Hotel Monterey. Dentro de un espacio concebido para ser usado por tiempos limitados y definidos, Chantal Akerman se planta, como una hierba que sube desde lo bajo del concreto por los pequeños recovecos dejados por el paso del tiempo. Nos obliga a observar este espacio detenidamente, tornando aquellas largas tomas de pasillos y ascensores en un ejercicio de lo absurdo, es decir, un ejercicio sobre la vida misma. Observando aquello que no fue pensado en ser observado la llegada de la nostalgia es inevitable. Los hoteles son sólo un recuerdo de la verdad absoluta: estamos aquí de visita, y en algún momento tendremos que hacer check out. Todos los espacios son temporales, pueden ser nuestros durante unas horas, unos días, o indefinidamente, pero no podemos llevarlos con nosotros a nuestras próximas vidas. La adquisición de un espacio propio no es más que una ilusión. La utopía no es otro lugar que aquel que no existe. 

Hotel Monterey, Chantal Akerman

Hotel Monterey, Chantal Akerman

En La chambre, tal y como lo indica su título, la cámara gira alrededor de la habitación de Chantal. La única variable es la propia directora, que desde su cama adopta diferentes posturas. Una vez más se hace una conexión entre la habitación y quien la habita, y los sutiles cambios de pose que Chantal Akerman adopta en el transcurso del movimiento circular de la cámara impregnan la imagen de una tensión inexplicable. Se espera ver ese cambio de postura reflejado en el espacio, en el tiempo, incluso en el olor, en cualquier cosa que denote una ligera alteración. Una transformación, que de cierto modo, se produce. El ejercicio de la observación es uno circular: mientras más se observa, más hay para observar. Mientras la cámara gira por la habitación, más nos adentramos en ella y podemos observar con intención. Se vuelve una habitación que conocemos tan bien, que conocemos en intimidad y detalle, y reconocemos. Lo que en un principio no era más que la habitación que alquilaba Chantal Akerman en esos momentos se vuelve un reflejo de donde vivimos nosotros, donde vive nuestra conciencia, que es una habitación que son todas las habitaciones, un espacio que son todos los espacios. Los muebles que están ahí, las tazas de café, quizás fueron de ella, o tal vez no. Pero eso no tiene importancia, porque mientras más observamos su intimidad, más nos adentramos en la nuestra, y la cafetera frente a la ventana tiene el café que huelo ahora mismo, el que espero sentada en la silla de madera con espaldar rojo. Aquella mirada desafiante de Chantal Akerman te obliga a adentrarte dentro de ese mundo, de volverlo tuyo, y reconocerte dentro de él. ¿Me mira a mí y yo a ella? ¿Nos miramos? ¿O ella se ve a ella misma y asimismo me veo en un espejo?

Mi habitación, 16 de Julio y 16 de Noviembre 2020.  


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