LA VENTANA DEL CUERPO
por Maia Otero
El amor y la intimidad toman muchas formas, que a veces ni nosotros mismos podemos comprender. Amistades que son amores, hermandades, vínculos inexplicables, y hermandades que trascienden lo que entendemos por hermandad y amistad. Sentimientos que son difíciles de materializar en palabras, porque nuestro léxico se centra en lo racional, en lo que podemos entender y reconocer. Lo intangible se hace presente en el cuerpo. En su relación con los otros cuerpos, cómo se acomodan y desacomodan entre ellos, cómo se amontonan y cómo encajan, superando su condición de cuerpo, para transmitir sensaciones.
En su cercanía se dicen lo que sienten el uno por el otro. Sin saber sobre qué se quieren hablar, pero sabiendo que lo comunican. En las películas, los cuerpos de los personajes nos refuerzan su relación. El cuerpo se vuelve un diálogo más con el que comunicar. En The Virgin Suicides, sentimos la relación cercana de las hermanas Lisbon al ver la comodidad con la que sus cuerpos se desenvuelven y se desparraman entre ellos.
El cuerpo es el vehículo que nos acerca a las vivencias de los personajes. Cuando vemos abrazos, manos, caricias entre los personajes, nos ponemos en su piel, porque son sensaciones que todos hemos experimentado, o anhelamos. Los personajes se tocan, y lo sentimos nosotros también. El cuerpo no miente y suele ser el que nos revela, y nos anticipa, aquello que deseamos o rechazamos. La primera imagen que vemos en Carrie son cuerpos que vuelan y saltan. Esos mismos cuerpos son los que luego no temen exponerse entre ellos, que se sienten cómodos en sí mismos. Al ver como Carrie sostiene su cuerpo nadie nos tiene que decir que se siente incómoda con su cuerpo, y con los cuerpos que la rodean.
El cuerpo nos permite ir más allá de nosotros mismos, aunque nunca nos conozcamos por completo.
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