LA DELGADA LÍNEA DEL MAL
Notorious (1946) Dir. Alfred Hitchcock
por Julia Scrive-Loyer
Me imagino que le debe pasar a muchos: el sentimiento que no falla en repetirse cada vez que veo Notorious, son esos pocos minutos de brutal empatía que siento por Claude Rains al final de la película. Y así empiezo este texto con un semi-spoiler. Pero hablando en serio — aunque ya hablaba en serio — vamos a analizar justamente eso en este artículo: la fragilidad moral y ética de los tres personajes principales de Notorious.
Es bien sabido que ésta es una de las películas más perfectas de Hitchcock, y eso es mucho decir. Su perfección radica en el magistral uso de los recursos estilísticos del maestro, y en su sencillez — como plantea Truffaut.
Es también famosa por su magnífico beso “más largo” de la época, que en realidad son varios besos, pero que a la vez son uno solo, porque un beso es un beso es un beso — para hacerle honores de alguna manera a Getrude Stein. Pero empecemos por el principio, contemos de qué va Notorious. Alicia (Ingrid Bergman), hija de un espía alemán recién condenado por sus crímenes de guerra, es reclutada por Devlin (Cary Grant) — agente del gobierno —, para servirle de espía a los Estados Unidos, infiltrándose en la red de nazis que se han refugiado en Brasil. Pero bueno, ésta es simplemente la trama, el marco en el que se encuadra lo que realmente se está contando. Notorious es una historia de amor, de dos hombres que aman a una misma mujer: Devlin, el agente del gobierno estadounidense, y Sebastian, líder de la organización nazi. Pero también es la historia de una mujer dividida: entre lo que fue y que lo que quiere ser, entre su patria y su familia, entre su deber y su amor, entre dos hombres (aunque ame sólo a uno de ellos), entre la verdad y las apariencias, además de ser una espía — que ya de por sí implica una dualidad.
Cuando me refería en el primer párrafo a la fragilidad moral de los personajes, me refería justamente a esa complejidad que los hace ser frágiles. Este es un excelente ejemplo de una película de personajes grises, donde las zonas de sombra de cada uno de ellos tienen tanto peso como sus zonas de luz.
Quiero empezar hablando del personaje de Cary Grant, Devlin. Éste me parece un personaje masculino muy Hitchcockiano. En las pelis de las que he hablado en esta edición, salvo Spellbound, tenemos hombres carismáticos que esconden un lado oscuro de su masculinidad. En Rebecca teníamos a un Laurence Olivier incapaz de darle espacio a la libertad y a la esencia de las mujeres a las que ama. En Shadow of a Doubt teníamos a un Joseph Cotten sumamente carismático con un terrible secreto, y cuyo amor hacia su sobrina estaba lejos de ser incondicional. Samuel Wigly menciona otra película de los 40 en su texto:
Cary Grant e Ingrid Bergman se enamoran perdidamente mientras esperan en Río de Janeiro a que le digan cuál va a ser su misión. Cuando se enteran de que Bergman tiene que seducir a Sebastian (Claude Rains), antiguo amigo de su padre, y un hombre que en el pasado estuvo enamorado de ella, la relación entre Grant y Bergman se va a pique. Bergman le pregunta una y otra vez si él quiere que ella acepte la misión, y éste, por orgullo, le dice que le dé pa’llá. Después nos detendremos en el personaje de Bergman, pero es importante desde ahora explicar que cuando Grant la conoció, Bergman estaba entregada a la buena (¿o mala?) vida, para poder lidiar con la presión de ser la hija de un condenado nazi. Ella promete haber cambiado y seguir cambiando. Quiere ser todo lo que Grant quiere que ella sea, el problema es que Grant la buscó para una misión, y por lo tanto poco importa lo que él quiere que ella sea, lo que importa es lo que ella tiene que ser. Esto hace que Grant se ponga muy celoso — sobre todo cuando resulta que Rains le pide matrimonio a Bergman, y ella, guiada por su deber patriótico, acepta. Grant, como es súper cool, “esconde su dolor tras su cinismo”¹.
Obviamente mi veneno va hacia Devlin, y no hacia Cary Grant como tal, a quien amo. Y lo amo aun más cuando sé que hizo papeles como éste. Sin embargo, me parece el personaje más “básico” del triángulo amoroso. Su dualidad es normal en el marco de la masculinidad que decidieron retratar Hitchcock y el guionista Ben Hecht. Uno está simplemente esperando durante toda la película que deje de ser tan terco y se dé cuenta de cómo se está sintiendo realmente Bergman. Adrian Martin describe la película como una historia sobre la incomunicación entre una pareja — y Antonioni estaría orgulloso. Sin embargo, como pasa tantas veces en la incomunicación, a veces bastaría con que la otra persona se dé cuenta de lo que el otro no está diciendo. Lo digo por experiencia propia. A fin de cuentas, el personaje de Grant muestra una gran falta de empatía hacia el personaje de Bergman. Es tan obvio lo incómoda que se siente ella con la situación, y lo mucho que ella quiere a Grant. Sin embargo él no puede ver más allá de sus celos y de la idea preconcebida que tiene de Bergman. Pero sin esa incomunicación no habría película, o por lo menos no habría Notorious, que va más allá de una película de espionaje. Es una película de seres humanos, que inevitablemente se equivocan una y otra vez. Por lo tanto la trama avanza no por las peripecias de la acción, sino por las decisiones internas y emocionales de sus personajes. Después de todo, aquello que Bergman tiene que encontrar en casa de Sebastian no es más que un MacGuffin, como dijo el mismo Hitchcock. No tiene ninguna importancia para la trama esencial de la película: ¿Devlin y Alicia terminarán juntos? ¿Alicia vivirá lo suficiente para llegar a redimirse ante los ojos de esa persona que ama? Y Devlin, ¿logrará dejar a un lado sus celos y salvar a Alicia de el lío en el que él mismo la metió?
Soy muy fan de esto que plantea Cottrell Boyce en su artículo, y me lleva al segundo personaje del que hablaremos: Sebastian. Amo ese personaje con todo mi corazón, y no por lo que es, sino por su construcción — y porque es casi imposible no querer a Claude Rains, me tomé muy en serio la última línea de Casablanca la primera vez que la vi, y desde entonces, mi relación con Claude Rains ha sido definitivamente la de una linda amistad. Creo que, junto con Alicia, es el personaje con el que más logramos empatizar a lo largo de la película, y es justamente por esto que plantea Cottrell Boyce. Más allá de la escalofriante verdad que plantea su personaje — que los nazis eran seres humanos como cualquiera de nosotros —, ese aspecto “noble” de Sebastian, la capacidad de amar a alguien — cosa que Devlin no tiene —, nos hace empatizar con él aunque sepamos que es un nazi. Y no es la única razón, hay otro elemento profundamente Hitchcockiano que hace que lo tengamos colgado del alma: su madre castradora. Sin embargo, esa figura materna que aparece también en Psycho, no nos hace realmente empatizar con Norman Bates en ese caso — o por lo menos yo personalmente nunca he empatizado con Bates.
Sebastian no parece nunca poner en peligro a Alicia, de hecho, el que parece estar en riesgo es él: ¿qué harán los otros si se enteran de que Sebastian se casó con una espía? Ya sabemos lo que le pasa a los traidores y torpes — se nos dio un ejemplo escenas antes, donde se da por entendido que mataron a un miembro de la organización por haber dicho algo fuera de lugar durante una cena. Ojo, no estoy diciendo que Alicia no esté en riesgo: Alicia está en riesgo por las circunstancias, por estar en el lugar en el que está, Sebastian está en riesgo por estar enamorado de Alicia. Entonces, en primer lugar su vida está en riesgo, pero hay otra cosa en riesgo: su amor. Sebastian realmente ama a Alicia. La ama tanto, y se siente tan feliz y afortunado de que la mujer que siempre amó ahora lo ame a él también, que si se da cuenta de que todo es una mentira, el dolor, y hasta cierto punto la humillación, serán devastadores. Es una emoción profundamente humana. Y de hecho es lo que está sintiendo también Alicia con respecto a Devlin, y hasta cierto punto, lo que piensa Devlin con respecto a Alicia. Pero lo peor en el caso de Sebastian es que, al contrario de Devlin, sabemos que sus miedos sí están fundamentados en la verdad que nosotros tenemos como espectadores. La ironía dramática hacia Devlin nos da rabia, la que Hitchcock y Hecht dirigieron hacia Sebastian es simplemente cruel.
La caracterización del personaje de Claude Rains es por lo tanto tan cruel como la de Ingrid Bergman. Es posiblemente el personaje más sincero de todos, aunque Bergman lo sea con Grant (le miente con la palabra, pero su verdad brota en su corporalidad), no es honesta con Rains. Su madre sin embargo nunca confía plenamente en Alicia, y esto obviamente le duele a Sebastian, porque es como si su mamá le dijera “¿Tú de verdad te crees que una mujer como ella va a estar con un hombre como tú así porque sí?” Sebastian sin embargo decide creer que Alicia es inocente hasta que se demuestre lo contrario, porque la verdad sería demasiado cruel. Entonces llega la noche de la fiesta que es doblemente devastadora para Rains porque no sólo ve a Bergman besando a Grant atrás en el patio — para desviar la atención de que entraron a la bodega y descubrieron dónde los nazis esconden el plutonio o uranio o lo que sea —, sino que después se da cuenta de que efectivamente entraron a la bodega. Entonces de repente ambas verdades le llegan de una como un sólo golpe: no me ama, y es una espía. Y a partir de ahí, destrozado, decide hacerle caso a su madre y ésta decide envenenar a Alicia lentamente. A partir de ahí no sabemos realmente cómo se siente Sebastian, porque lo importante es si Devlin va a salvar o no a Alicia.
Sin embargo, y esto es realmente lo más glorioso de la película para mí, y vuelvo a lo que dije al principio de este texto: el suspenso creado en toda esa secuencia final es posiblemente de lo más magistral que Hitchcock filmó en su vida. Pero lo realmente grande es con quién decide terminar la película. Voy a citar a Roger Ebert porque esta vez estoy de acuerdo con él:
Con lo perfecta que ya de por sí es Notorious, la razón por la que la sigo viendo es por esa secuencia. Una vez salen de la mansión, Devlin y Alicia se montan en el carro. Ellos se sienten profundamente aliviados, y nosotros también. Sin embargo, Sebastian les pide que lo dejen escapar junto con ellos — la desesperación en su voz es evidente. Todos sabemos que si no se monta en el carro es un hombre muerto. Pero su mirada atónita cuando Grant lo rechaza es todavía más fuerte. Y por un lado pensamos, “bueno obvio que no te van a dejar escapar, a fin de cuentas eres un nazi”. Y sin embargo nos duele. Una vez el carro se va, una voz dentro de la casa llama a Sebastian. Nos quedamos con él, solo, enfrentándose a una muerte que no vemos, y de verdad que en ese momento empatizamos con ese hombre. Pero ¿por qué? Para los que sintieron lo mismo, ¿qué nos hace empatizar con alguien que se supone que es “el malo de la película”? Bueno lo primero es que nos podemos preguntar si, más allá del evidente elemento moral de que Rains es un nazi, ¿Sebastian es realmente DENTRO DE LA TRAMA AMOROSA (y necesito recalcar esto con mayúscula) el malo de la película? Como dijimos, a fin de cuentas, él sí amaba a Alicia, de manera sincera. Se sentía afortunado de estar con ella. Era cariñoso, era atento. Si esto fuera otro tipo de película sin una subtrama política, sería realmente el mejor partido para Bergman — aunque esto no signifique que hubiese sido tampoco al que ella hubiera elegido. ¿Cuántas veces no hemos visto en comedias románticas a terceros que son igual de dulces y amables, pero que terminan perdiendo porque, sencillamente, la chica ama a otro? Y si ese otro es Cary Grant, y lo ha sido en innumerables comedias románticas de la época, ¿cómo no apostar plenamente por él? Sin embargo el personaje de Grant en esta película es oscuro, como vimos. Su oscuridad es puramente humana, al final del día, va más allá de afiliaciones políticas, su incapacidad de ser “una buena pareja” es interna. La incapacidad de Rains de ser una buena pareja está en que es un nazi, y obviamente, ¿quién c*ño quiere estar con un nazi? Pero entonces lo que nos hace empatizar con Rains es su fragilidad, y es que realmente, su error estuvo en amar a alguien equivocado. La razón por la que está condenado a muerte es literalmente por haber amado a alguien.
De ahí lo interesante de terminar con Sebastian. ¿Hitchcock está haciendo un juicio moral del personaje, condenándolo a muerte? ¿O realmente quiere que absorbamos esa subjetividad y que cuestionemos nuestra empatía por él? Supongo que la respuesta, precisamente, depende de cada uno de nosotros y de nuestro punto de vista al ver la película. Sin embargo, con todo y este juego de puntos de vista, Roger Ebert dice que nunca dudamos que Alicia sea la “heroína de esta película”. Y sí, definitivamente sin ella no habría ninguna de las dos cosas: ni trama, ni emoción. Entramos a la mansión con Alicia, descubrimos los secretos junto con ella. Y al mismo tiempo, sentimos junto con ella. Sabemos lo vulnerable que está en esas circunstancias, teniendo que hacer cosas que no quiere y poniendo en riesgo su vida, mientras que Devlin está por ahí enfadado y haciéndose su propia película en la cabeza. Y también sabemos lo mucho que ama a Devlin; todo lo que está haciendo lo hace sobre todo para redimirse ante él, más que ante su país. Cuando está con Devlin al inicio, vemos su lado más luminoso, su esperanza de poder cambiar. Es una mujer condenada tanto por el hombre que ama y por el país que condenó a su padre. Y sin embargo, no es un personaje débil — aunque sea frágil:
Esa debilidad es por un lado física — cuando empiezan a envenenarla —, pero es sobre todo emocional. Y esto se debe doblemente al hecho de estar metida en la situación agotadora de tener que pretender sentir algo que no siente hacia Sebastian — en una situación que pone en riesgo su vida —, y por el hecho de tener que pretender que no le duele la actitud de Devlin hacia ella. Alicia ama a un hombre que no cree en ella, ni en lo que es ni en lo que puede ser. Esto es, definitivamente, una situación debilitante a nivel emocional. Alicia se odia profundamente a ella misma, y esto es algo que ella expresa en su actitud autodestructiva y en sus palabras. Qué duro es ver precisamente esa imagen que uno odia de uno mismo reflejada en los ojos de la persona que uno ama. Supongo que ese es el peligro de que nuestro amor propio dependa de otra persona. Obviamente, eso también pone mucho peso en ese otro, pero Devlin se rinde tan rápido que ni siquiera parece ser alguien dispuesto a ayudarla a recorrer ese camino — excepto al final. El “héroe” que llega justo a tiempo. Sin embargo, la química entre ambos es tan, tan fuerte, y fue todo lo que vimos durante toda el primer acto de la película, y estamos tan seguros de lo que puede ser, que decidimos acompañar a Bergman en su decisión de amar a este hombre.
No quiero seguir alargando este texto. Samuel Wigley describió la película como “perversa”, “una historia de amor agonizante”, un “balance entre el dolor y el placer, entre una superficie seductora y una oscuridad profunda, únicamente Hitchcockiano”. Estoy segura de que ninguno de estos adjetivos sería posible si esto no fuera una película de seres humanos, donde nos vemos obligados a empatizar hasta con los personajes más moralmente cuestionables, y a apoyar a Bergman en su decisión de amar a un hombre que decidió condenarla. Notorious es perfecta, en todos los sentidos posibles, de donde sea que se le agarre. Termino citando por última vez a Cottrell Boyce:
¹ Peter Bradshaw para The Guardian
Artículos citados en este texto:
Great Movie: Notorious · Roger Ebert
Notorious: 70th Anniversary · Samuel Wigley
My favourite Hitchcock film: Notorious · Frank Cottrell Boyce
Notorious, Alfred Hitchcock · Lauren Carroll Harris
Inside, Around and About Notorious · Adrian Martin