EL FALSO ECLIPSE


escrito e ilustrado por Freddy Guerrero

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Crecer es extraño. El mundo, sus muchas personas, sus sistemas y actos son hostiles, confabulan en contra nuestra, nos enmudecen y dejamos de sentir. Asusta la creación de nuestras islas; la comunicación se derrumba y nos cuesta más expresarnos. Michelangelo Antonioni lo pone de manifiesto en su magnífica trilogía de la incomunicación: L’Avventura (1960), La Notte (1961) y L’Eclisse (1962). 

Se han vuelto para mí de las películas que más he disfrutado y con las que siento empatía. Sin embargo, luego de salir de la sala de cine o despegarme de la pantalla, volver a mi presente me es difícil y extraño; lo que acabo de ver se vuelve experiencia. El cine hace real mi realidad.   

El paisaje urbano y enajenado que nos presenta Antonioni se materializa, se vuelve reflejo ante nosotros. Los espacios que alguna vez fueron son ahora recuerdos alguna vez habitados; los acompaña un tiempo congelado. Nosotros nos volvemos fantasmas, un decorado de una casa, un producto en un súper. La soledad densa da salida a pensar, a la angustia que lleva estar consciente de estar consciente. Los significados se entrecruzan, se esconden profundamente y descubrirlos es chocante. Sin embargo, sus personajes casi siempre deambulan en su propio universo y aceptan. Suele ser interesante el extraño limbo y su aceptación. Nos quedan los impulsos de ternura, bondad y poesía. Sorprenden. El haber tocado su rostro alguna vez, las moscas sobrevolando la basura, el sol de la cuarentena que se despide a través de las rejas de mi casa hacen sentido y eclipsan suavemente por un momento algo que parecía irreal.

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