SEVEN BRIDES FOR SEVEN BROTHERS

Largometraje | 1954 | Stanley Donen
Artículo escrito por Julia Scrive-Loyer

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Adam (Howard Keel) es un robusto hombre de campo que llega al pueblo más cercano para buscarse una esposa. Quiere a alguien fuerte que pueda trabajar junto a él y hacerse cargo del hogar. Cuando ve a Milly (Jane Powell) cortando madera y cocinando en una cantina, se da cuenta que encontró a la mujer perfecta. Milly se enamore de él a primera vista, y emocionada por tener su propio hogar y por tener que hacerse cargo de un sólo hombre, se casa con él inmediatamente. Pero al llegar a la casa de Adam, a kilómetros del pueblo, descubre con gran decepción que su esposo tiene seis hermanos. A Milly le toca enseñarles a todos cómo ser hombres y no animales, es decir: tener educación y sentimientos. Pero sobre todo, decide que los va a enseñar a enamorar y a enamorarse. Esto sucede con éxito, pero al vivir tan lejos del pueblo, los chicos empiezan a sentirse tristes y solos. Adam, intentando ayudar, decide que van a ir todos a secuestrar a las chicas de las que se enamoraron sus hermanos. Cuando vuelven a la casa, las mujeres asustadas y desesperadas, Milly bota a Adam y a sus hermanos de la casa, avergonzada y furiosa por el acto atroz cometido. Pero las chicas no pueden volver, porque en el camino hubo una avalancha, bloqueando el regreso. El tiempo pasa, y las mujeres eventualmente se van enamorando de los pelirrojos. Tanto así que una vez desbloqueado el paso, deciden quedarse y casarse con ellos.

Esta es una de esas películas que hoy en día no se podrían hacer sin sufrir fuertes acusaciones de parte del clan de lo políticamente correcto. Posiblemente en su época haya chocado justamente por lo contrario. Justamente, estas ambigüedades la convierten en una película interesante de analizar hoy en día. En cuanto al discurso, es posiblemente de las películas de Stanley Donen que más ha envejecido. Pero hablemos de lo que nos sigue dando: malinterpretaciones de la biblia, una mirada proto-feminista, y escenarios idílicos.

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En My Fair Lady, película hecha diez años después de ésta, Rex Harrison convierte a la inculta Audrey Hepburn en toda una dama, después de mucho sudor y esfuerzo. El profesor no se enamora de Eliza antes de que por lo menos muestre un asomo de civilización. Sin embargo, en Seven Brides for Seven Brothers, Milly es una verdadera heroína. Se enamora de Adam a primera vista, y convierte a siete pelirrojos salvajes en siete hombres casi decentes - lo más decente que pueda ser un hombre en ese contexto y en esa época. La película está ambientada en el año 1850, y fue hecha en el 1954, por lo tanto no se le puede pedir un discurso político muy maduro. Sin embargo, con todo y todo, propone cosas que no están tan lejos.

Comencemos con los hermanos. Las referencias bíblicas afloran (casi literalmente) en esta peli, como por ejemplo en los nombres de los siete hermanos. Cada uno tiene un nombre bíblico, excepto uno, yendo de la A a la G. De Adam, el mayor, hablaremos más tarde. Cuando Milly llega a la casa, lo que se encuentra son seis animales semi-domésticos. De hecho los llama cerdos casi al momento de conocerlos. Son hombres que resuelven todo entrándose a golpes y que nunca han visto a una mujer en sus vidas que no sea su madre. Los primeros atisbos de cambio en ellos son referentes a la educación doméstica. Aprenden a comer como la gente, a que tienen que lavar su ropa. Poco a poco aprenden también a no pelear, las cosas se pueden resolver de otra manera. Aunque esto nunca se borra completamente. Pero lo más importante que aprenden es a tener sentimientos, y a saber expresarlos. Milly les enseña cómo tratar a las mujeres, con delicadeza y con cariño. Les enseña que los hombres también pueden bailar, ¡y ellos incluso bailan juntos! Para mí, uno de los momentos más hermosos en la película es el de la canción “Lonesome Polecat”. Los hermanos acaban de volver del pueblo enamorados, pero están lejos de las chicas que aman. Entonces mientras trabajan bajo la nieve, con hachas y sierras, cantan y armonizan juntos un lamento. Finalmente el cambio en ellos no es radical. Se matiza su actitud y se exalta su sensibilidad. Pero ese exceso de sensibilidad es también lo que los hace cometer el error al secuestrar a las mujeres. La lección no es totalmente aprendida, por ellas se terminan enamorando, tal y como lo predecía Adam (biblia en mano). Pero por lo menos aprenderán a dar cariño y a no comer con las manos.

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El personaje de Milly no cambia como tal a lo largo de la película. Pero sí tiene un conflicto. Cuando Adam la ve en el pueblo, ella trabaja en una especie de cantina repleta de hombres hambrientos. Hay que tener en cuenta que en este universo, visiblemente lo único que la gente quiere es casarse, tanto las mujeres como los hombres. Cuando Milly se casa con Adam, ella explica que ya le habían propuesto matrimonio muchas veces, pero que ésta fue la única vez en la que realmente sintió amor. Las razones por las que Milly se enamora de Adam en un principio son un misterio. Claro, es un tipo alto, fuerte, pelirrojo y con una voz de barítono inigualable, pero todo en ese inicio sucede tan rápido, y se menciona tantas veces a lo largo de película lo del amor a primera vista, que la pregunta se queda flotando en el aire.

A lo que íbamos: los cambios en Milly son cambios externos, que le producen en un principio un conflicto que luego se convierte más bien en un objetivo. Cuando Milly se da cuenta de que Adam se casó con ella por razones puramente prácticas, y que ambos tienen visiones muy distintas del amor, Milly se siente como una tonta. Cantó corriendo por el pasto con las montañas en el fondo sobre lo maravilloso y distinto que sería todo para ella de ahora en adelante, y termina como en su mundo ordinario: cocinando para un paquete de hombres. Entonces toma las riendas muy rápidamente, le deja las cosas claras a Adam (si soy tu sirvienta entonces no duermo contigo como esposa) y se dedica a educar a los seis hermanos. Su rol en la película podría ser tan protagónico como de mentora. Analizándolo desde una estructura clásica, me pregunto si se puede ser las dos cosas.

Si de acuerdo al paradigma clásico un protagonista es alguien con un objetivo que se mueve activamente hacia él, entonces Milly entraría en ese renglón. Repito, sus conflictos le vienen de factores externos, ella no se siente contrariada consigo misma en ningún momento. Es lo que le da el poder de educar a los otros. En esto es en lo que veo a una mentora. La vida le cambia, sí, pero termina teniendo lo que ella deseaba en un inicio - aunque de otra manera. Sus objetivos cambian dependiendo de lo que hagan los otros. Le piden matrimonio, su objetivo de tener una familia se hace más palpable. Descubre la realidad de con quién se ha casado, se aleja de su objetivo de tener una familia, pero consigue un nuevo objetivo que es darle orden a la familia que ya existe; transformar la realidad para así poder adaptarse a ella. Finalmente logra tener una macro familia, pero también una micro, con un hombre más sensible y más consciente.

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Y esto nos lleva a Adam. Aquí viene la pregunta que le haría hoy en día a mi profesor de estructura: si Adam es el personaje que realmente cambia en la película, ¿eso lo convierte en el protagonista? Repito, de acuerdo al modelo clásico. Adam empieza con un objetivo clarísimo desde los primeros minutos de la película. Don Barítono entra a una tienda que se denomina literalmente “General Store” y tras comprar varios utensilios para labor campestre, anuncia que está también buscando una esposa. Ahora, este mismo hombre al final de la película le dice a Milly que está enamorado de ella, le da la manito a su hija recién nacida y admite que estuvo completamente errado haber secuestrado a esas mujeres.

Si el objetivo de Milly a lo largo de la película es transformarlo todo, el objetivo de Adam es mantener el status quo. Esta es una de las diferencias que hacen de este espontáneo matrimonio el desastre que todo el pueblo se esperaba. Pero la mayor distancia la pone la sensibilidad. Milly sueña con un esposo que le dé cariño, Adam sueña con una esposa que sea tan fuerte como él para trabajar en el campo. Milly demuestra que tiene la capacidad de cumplir con su parte del trato desde antes de incluso conocerlo. Pero Adam, aunque sentimos en su torpeza hacia recién esposa que podría eventualmente ser más sensible, tiene que esperar toda la película para demostrar que es digno de Milly. De hecho en gran parte de la primera parte de la película tampoco es que esté tan terrible. No avanza con tanto entusiasmo como los otros, pero parece divertirse con toda la situación. Su punto más bajo es cuando, basándose en la biblia, convence a todos sus hermanos de secuestrar a las chicas de las que se enamoraron. Milly barre el piso con él y por orgullo, Adam decide irse y no volver hasta que la nieve se haya derretido en el camino hacia el pueblo.

Claro, hoy en día su argumento para volverse más consciente sería anticuado, pero me imagino que en la época fue importante. Lo que lo hace realmente cambiar no es su hermano menor dándole un puñetazo en la cara, ni todos los otros haciendo frente para no devolver a las mujeres. Tampoco lo hace cambiar Milly directamente. Lo que lo hace cambiar es haber tenido una niña. Pensar en ella, y pensar que ella podría ser secuestrada por alguien en el futuro, le da un miedo y una rabia atroz. En ese momento entiende entonces todo lo que le ha venido Milly desde el inicio de la película, y puede exponerse ante ella como alguien que admite haberse equivocado, y como alguien que admite que la ama.

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Para cerrar, dos apuntes:

  • No hablamos aquí con detenimiento de los personajes de las chicas, porque realmente las más esquemáticas y funcionales de la película. Es una pena porque es justamente lo que más ablanda el discurso.

  • Cuando vean, o vuelvan a ver la peli, pongan mucha atención por favor a la complejidad de los decorados en el campo y de camino al campo. Una mezcla de fondo muy evidentemente pintado con elementos realistas en primer y segundo plano. Cuando lo ves en su conjunto se ve hermoso y orgánico. Igual que en Singin’ In The Rain, la forma dialoga directamente con el contenido. Más allá de cuestiones logísticas y de estética, ese paisaje compite con el Edén en cuanto a ingenuidad, ilusiones y mujeres que llegan supuestamente a dar compañía y terminan transformándolo todo.

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