3 WOMEN
Largometraje | 1977 | Robert Altman
Artículo escrito por Julia Scrive-Loyer
Robert Altman describió 3 Women como una peli de “recipientes vacíos en un paisaje vacío”. Me parece una síntesis hermosa y muy visual para una película tan desoladora como ésta. Como ya hemos dicho, Altman es un cineasta de multitudes; si en Nashville nos presenta una multitud vacía, y en Images una soledad que se disocia, en 3 Women Altman nos muestra un juego de espejos entre tres mujeres que a la vez son una y que a la vez son one too many.
Esta película le vino al realizador en un sueño, cuando estaba acompañando a su esposa en la sala de emergencia para una operación delicada. Soñó que dirigía una película con Shelley Duvall y Sissy Spacek en un paisaje desértico. El hecho de que el primer encuentro con esta cinta haya sido onírico, es revelador de la naturaleza de la misma. 3 Women se construye como un sueño en varios sentidos que veremos a lo largo de este texto.
Es interesante leer algunas de las críticas que se escribieron sobre la película en la época en que estrenó, y leer las que se han escrito en los últimos años. Por un lado tenemos reseñas cohibidas por la confusión provocada por la cinta, e incluso críticos que la describieron como “divertida” (Vincent Camby para The New York Times). Hoy en día los adjetivos que se utilizan son más bien “pesimista” y “perturbadora”. Sin embargo, desde su fecha de estreno, 3 Women ha sido analizada tanto cinematográficamente como desde un punto de vista psicoanalítico.
“Sweet dreams are made of this” - Pónganle play.
Comenzando por el aspecto formal y estructural de la película, detengámonos a analizar el rol de los sueños en 3 Women. La descripción que mencionamos hecha por Robert Altman es una pieza clave para entender un poco cómo se construye la trama. Aunque la película haya sido muy analizada, y aunque esté segura de que Altman tenía súper claro lo que quería decir con ella, siento que es de esas películas que, como Lost Highway de Lynch, hay que vivir y sentir en vez de entender. Así como los sueños, la interpretación depende del sujeto “soñante” (mis lectores están acostumbrados ya a mis neologismos), y con todo y eso “los sueños, sueños son”. Lo que sí es tangible es la sensación que generan, y 3 Women es una película que genera una sensación profunda de extrañamiento y de ansiedad.
“Recipientes vacíos en un paisaje vacío”, es a lo que hacía referencia Roger Ebert en su reseña de la peli cuando decía que en los sueños las personas y escenarios se confunden, convirtiéndose en otros dependiendo de la situación, o a veces por pura arbitrariedad del subconsciente. De esta manera, los personajes de Pinkie (Sissy Spacek), Millie (Shelley Duvall) y Willie (Janice Rule), parecen ser parte de una misma psiquis y por lo tanto mutan e intercambian roles a lo largo de la película. De esto hablaremos con más detenimiento en el próximo punto. Lo que nos interesa en este momento es cómo el dispositivo del sueño justifica este juego de “máscaras”, por llamarlo de alguna manera.
En la película hay un sólo sueño presentado como tal, y es de los momentos más abiertamente perturbadores que tiene la cinta. Si la ansiedad en el resto de la película es más bien sugerido y acumulativo, el sueño viene a ser como una especie de clímax sensorial que viene también a ser una especie de punto de quiebre. Viene después de que Pinkie haya adoptado la personalidad de Millie, y vice-versa, y justo antes de que Willie dé a luz a un bebé muerto. Después del sueño, Pinkie y Millie se funden juntas en la misma cama, “platónicamente” según el artículo de Wikipedia. Sin embargo, vale la pena mencionar ahora que la fascinación de Pinkie hacia Millie se parece mucho a un enamoramiento a primera vista. La extraña cuando no está, la busca para comer, la imita tanto en sus gestos como en sus gustos, la persigue hasta vivir en su apartamento… Es la típica pregunta: ¿Me quiero casar con esta persona o quiero ser esta persona? Amor o idolatría. Pinkie termina optando por la segunda opción. Millie, por otro lado, rechazada por todos a los que intenta desesperadamente agradar, tiene una actitud severa con la única persona que la admira.
La estructura de la película genera más preguntas que respuestas, como lo evidencia el artículo escrito por Philip French para The Guardian:
Olvidando la necesidad de respuestas, lo que es seguro es lo que nos dice este artículo de Olivia Singer para Another Mag:
Al igual que en los sueños (y la vida), los momentos de profunda inquietud están minados de momentos absolutamente banales. Muchas veces estos momentos son dados por el personaje de Shelley Duvall, que se construye ella misma desde su exterior más que desde un cultivo interno. Millie habla kilométricamente, en largos monólogos que parecen superficiales, sobre recetas de cocina rápida, consejos de decoración de interiores y fantasías sobre hombres que supuestamente la ahogan en actos de seducción. Sin embargo, al igual que en Nashville, estos monólogos no son más que los síntomas de su soledad y de un vacío social donde la apariencia tiene más valor que los discursos internos. El personaje de Millie nos deja tantas preguntas como el de Pinkie o el de Willie. Parece ser todo superficie, sin embargo el elemento del diario en el que ella escribe religiosamente todas las noches nos provoca tanta fascinación y curiosidad como a Pinkie, que se hunde en su lectura a escondidas, poco después de mudarse con Millie.
Pasemos a los personajes de las tres mujeres. Se ha intentando darle una función o una explicación a la naturaleza de las tres. Se ha dicho que Pinkie es la niña, Millie la joven mujer con un despertar sexual y Willie, que está embarazada, es la figura materna o la abuela; o bien que Pinkie es la niña ingenua, Millie la ligona con experiencia y Willie la madre resignada; o lo que mencionábamos antes sobre un pasado, presente y futuro de la historia estadounidense, Willie siendo el pasado, vestida de pionera.
La respuesta está posiblemente en una mezcla de estas tres, y lo que nos queda por seguro es que las tres son parte de lo mismo, ya sea a nivel generacional, psicológico o sociológico. La unión de estas tres mujeres está impresa desde el tagline de la peli: “1 mujer se convierte en 2/2 mujeres se convierten en 3/3 mujeres se convierten en 1”. Por lo tanto hay un juego no solamente con la unidad si no con la fragmentación.
Los juegos de espejo sin embargo son más evidentes a lo largo de la cinta entre Millie y Pinkie, que comparten el mismo nombre de pila “Mildred” y vienen ambas de Texas. Son también las que intercambian roles de manera más evidente dentro de la película. Si hay algo que las une de manera más evidente a las tres es Edgar, el esposo de Willie, con quien las tres tienen una lazo sexual y a quien al parecer terminan matando al final de la película, aunque esto nunca se vea ni quede absolutamente claro. Hay algo interesante y que sin embargo no he logrado encontrar en los otros artículos que he leído sobre la película: en el esquema final que se nos presenta, donde estas tres mujeres ya están visualmente unidas bajo un mismo techo, Pinkie vuelve a su personalidad inicial, y Willie sigue siendo esta figura madre/abuela. Millie se convierte en una especie de madre de Pinkie, pero su personalidad es la única que desaparece. Willie y Pinkie son las imágenes de ellas que vimos al inicio, pero Millie parece haberse perdido en el camino, como si una personalidad como la suya estuviera destinada a desaparecer.
Sobre el personaje de Pinkie, Altman dijo:
Tanto Pinkie como Millie son personajes que están desesperadas por pertenecer. Ambas tienen un acercamiento distinto a su conflicto, pero lo que se cristaliza es que ambas lo hacen evidente. Mientras que Pinkie ve en Millie “la persona perfecta” a quien parecerse, Millie alarga los brazos hacia todos lados forzando amistades que nunca se muestran recíprocas, y que sin embargo ella parece creerse. Si el trastorno psicológico de Pinkie bordea la esquizofrenia, el de Millie se acerca a una especie de narcisismo en el que se cree todas sus mentiras y fantasías. Ambas son síntomas de una soledad profunda:
Esto es lo que escribe Anya Stanley para Birth. Movies. Death. Este tema es un tema presente a lo largo de la filmografía de Altman, tanto en sus películas más pequeñas a nivel de casting como lo vimos con Images o como pueden ver también en Secret Honor (película con Richard Nixon como único personaje). Pero también en Nashville, que aunque tenga un mega casting y una sobredosis de diálogos, vimos también cómo genera un vacío a través de la incomunicación.
Me parece interesante también recalcar la representación de personajes femeninos en la filmografía de Robert Altman. Al igual que Bergman, Rohmer o el problemático Woody Allen, Altman ha sido un realizador que ha sabido tratar temas de mujeres con mucha elegancia y sensibilidad. Y sí, meto a Allen en ese paquete, porque nos regaló películas con personajes femeninos extremadamente bien escritos en el centro de sus guiones, tanto con Mia Farrow o con Diane Keaton en cintas como Another Woman, September y Hannah and Her sisters, por mencionar sólo algunas.
En cuanto al proceso de hacer la película, una cosa que me ha encantado de este viaje Altmaniano en el que me metí este mes fue aprender sobre su trabajo con los actores. Al igual que en Images, Altman construyó la película muy de cerca junto con sus actores, a los que se refería en general a lo largo de su obra como una gran familia. Shelley Duvall llegó incluso a escribir ella misma en el diario que aparece en la película, para meterse en el papel; eligió sus temas de conversación, decidió cuáles serían sus fantasías y su color de pintalabios e incluso compró sus propios ingredientes para las recetas de las que hablaría en la película.
Altman en un principio contempló filmar la película sin escribir un guion, trabajando un argumento de 50 páginas junto a la guionista Patricia Resnick. El realizador dijo que la película se fue construyendo a medida que la iban filmando. Dejando por lo tanto una libertad creativa a sus actores, como en Nashville, que sí tenía un guion, pero que se consolidó sobre todo a través de las improvisaciones. Este método hace eco también a lo que hablamos sobre Le Rayon Vert de Eric Rohmer.
Sobre el proceso y sobre su visión de lo que es, para él, una película, Robert Altman declaró:
Sin embargo, que los sonidistas no se asusten ni se ofendan. El cine de Robert Altman se teje tanto visual como sonoramente. La banda sonora, muchas veces con un excelente soundtrack musical, es consolidada por un diseño sonoro tanto a nivel de diálogos como de ambientes, y de sonidos que pueden o no ser considerados musicales.
Al igual que Images, 3 Women no estuvo disponible durante treinta años después de su estreno, hasta que se sacó una copia en DVD y ahora en Blu-Ray con Criterion. Anécdotas como éstas siempre me parecerán más misteriosas que las mismas películas. Lo que es cierto es que Robert Altman no siempre lo tuvo fácil a nivel de producción, y pocas veces tuvo un real éxito de taquilla, aunque haya habido excepciones.
En conclusión, si quedaba alguna duda de que Robert Altman es un autor en el sentido definitorio que nos dieron los cineastas de Cahiers du Cinéma con La Política de los Autores, basta con ver su obra y con hacer una breve investigación sobre su producción y su proceso de filmación para terminar de convencernos. 3 Women fue escrita, dirigida y producida por él. Robert Altman fue un cineasta de obsesiones y fue un cineasta visionario. Fue también un cineasta que tuvo que luchar por crear su obra en un entorno que no siempre estaba dispuesto a apostar por sus propuestas o sus temáticas. Dio una visión de los Estados Unidos que muchas veces ha incomodado al país - una visión del fallo. Hay que tener en cuenta que la palabra “fallo” es como decir “Voldemort” en Estados Unidos.
En cuanto a 3 Women y a las dudas que nos genera, no nos queda más que citar una vez más a Calderón de la Barca: “La vida es sueño, y los sueños sueños son”.
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En cuanto a otros artículos sobre 3 Women, les recomiendo los siguientes:
“With Friends Like This: Altman’s 3 Women” de Anya Stanley para Birth. Movies. Death.
“Lessons We Can Learn From 3 Women” de Olivia Singer para Another Mag
“3 Women Review - Exquisite Early Robert Altman Film” de Philip French para The Guardian