GOLD DIGGERS OF 1933

Screen Shot 2020-05-03 at 4.56.24 PM.png

LEROY, 1933 | No es secreto lo mucho que me gustan los musicales de los años 30. Los de Astaire y Rogers me dan la posibilidad de volver a creer en el amor, pero luego están los que me dan a Busby Berkeley — el genial coreógrafo de elaboradas rutinas musicales. Pasa a menudo que los musicales se sostienen puramente por sus canciones, coreografías y secuencias que combinan puramente ambas cosas. Pero esto no pasa en Gold Diggers of 1933. He de confesar que Ruby Keeler siempre me ha caído mal (es la que parece un gatito a la derecha de la foto), pero en esta peli, el resto del cast es tan, tan, tan, tan bueno (Ginger Rogers, Joan Blondell, Aline MacMahon) y sobre todo, tan carismático y divertido, que la trama de la película se sostiene más allá de la magia de Berkeley. La secuencia musical sólo viene a agrandar lo que ya está — no compite. Los musicales siempre han servido para levantar el ánimo, y esta peli, estrenada en plena depresión económica, logró justamente eso, hablando del tema sin miedo, cantando la depresión, bailando la depresión, jugando con la depresión. Y lo sigue haciendo.

P.S. La película comienza con una secuencia que tiene uno de los close-ups más monumentales de la historia del cine.

- Julia Scrive-Loyer

Julia Scrive-LoyerComment