CITY LIGHTS


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CHAPLIN, 1931 | Hay pocas certezas en la vida, pero les recuerdo una: en la mayoría de sus películas, Chaplin se dedicó a hacernos reír durante una hora y media, sólo para hacernos llorar al final. City Lights es una de esas instancias. Convierte las desaventuras del vagabundo en fragmentos de alegría, aunque no sin cierta tensión: tiene que conseguir dinero para que la vendedora de flores pueda operarse los ojos y recuperar la vista. De ahí nuestra doble empatía — la que pasa por la risa, y la que pasa por la actitud noble del personaje. En el hermoso final, la chica dice “I can see now”, y en esa poderosa frase se revela no sólo el triunfo del personaje y la magia del cine con su capacidad de generar imágenes a través de la luz; se revela también el triunfo de Chaplin, que ilumina las vidas invisibles de estos personajes que bajo los ojos de otro realizador, se habrían visto reducidos a la miseria. - Julia Scrive-Loyer

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