RED ROOM : La Frontera

Donde se cruzan las almas en The Shining y Twin Peaks


Escrito por Julia Scrive-Loyer

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“Cuando me veas de nuevo, no seré yo”. Esto que le dice el enano a Cooper en el último capítulo de la segunda temporada de Twin Peaks, es fundamental para entender el complejo espacio creado donde las almas se venden y se intercambian. De alguna manera, es lo que le dice también Charles Grady a Jack Torrance en el baño: quizás yo fui yo en algún momento, pero ahora tú eres yo. En sus palabras: “you’re the caretaker, you’ve always been the caretaker”.

Volví a ver The Shining hace poco y sentí que esa escena en el baño rojo dialogaba perfectamente con el Black Lodge de Twin Peaks, y con lo que le sucede a Cooper allá dentro. Creo que ambas obran pueden dialogar de otras mil maneras, véase en la presencia de hoteles, habitaciones emblemáticas, pisos y alfombras con patterns icónicos, y una colección de almas en pena. Pero me quiero detener específicamente en esta escena del baño, y la última visita de Cooper al Black Lodge en el final de temporada. Con sus distancias en cuanto a personalidad, ni Jack Torrance ni Dale Cooper salen de ahí de la misma manera. Hablaremos del espacio/tiempo creado por el montaje, de las dimensiones del relato, y de las identidades múltiples.

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Lo primero que me hizo pensar en el Black Lodge cuando volví a ver esta escena de The Shining no fue el color rojo. Fue el ritmo de la escena. El tiempo en estos dos lugares parece dilatarse hasta el infinito, como si fuera un espacio fuera del tiempo que conocemos - y lo es, de hecho. Las respuestas se hacen esperar, alimentando las dudas, y tenemos planos y contraplanos de rostros por un lado perplejos (Jack y Cooper), y por otro de una serenidad escalofriante (Charles y el enano).

Por esto me refiero específicamente al montaje. Es una cuestión de ritmo, de limbo en el ritmo, y una construcción del espacio a través de los cortes. Martin Scorsese menciona en una entrevista que le gusta ver esta escena de The Shining sin sonido, para prestar mayor atención a los cortes y dónde se posiciona la cámara. Aquí por ejemplo, se rompe el eje en varios momentos, agregando a la idea de que ambos personajes son intercambiables, son “one and the same”, como diría el gigante de Twin Peaks. En el Black Lodge pasan cosas similares. Los cortes nos hacen descubrir personajes que en un principio no estaban ahí, o que de repente reemplazan a otros, creando conexiones visuales entre seres que habíamos intentado entender a lo largo de la serie.

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Entrando al tema de las dimensiones, el aspecto sonoro de estos lugares no son de menor importancia que los visuales. Así como el montaje exalta el extrañamiento en ambas escenas, el tratamiento de los diálogos le agrega misterio a lo que se dice. En Twin Peaks es evidente: los personajes hablan al derecho pero al revés - quienes han visto la serie entienden esa descripción confusa. En The Shining no hay nada que se le asemeje, es más bien la sensación que deja la manera en la que Grady dice las cosas; es elegante, indirecto, y a la vez de una violencia preocupante. En ambos lugares nada se dice a la clara, hay que descifrar el mensaje.

La música es otro aspecto ominoso. Tanto The Shining como Twin Peaks tienen soundtracks de culto, pero lo que me interesa es la importancia de la música en estos pasajes de una dimensión a otra. “De donde somos, los pájaros cantan una linda canción, y siempre hay música en el aire”, le dice también el enano a Cooper. En la escena del baño de The Shining, la música que viene de la fiesta afuera es una música que supuestamente no está realmente ahí, y se siente que ha venido de muy lejos en el tiempo, sensación que se acentúa por la reverberación. La primera vez que Cooper visita el Black Lodge, en sueños, el enano baila una canción, que se llama en el soundtrack “Dance Of The Dream Man”. Por más que no haya una presencia musical la última vez que vemos el Black Lodge, la música a lo largo de la serie tiene una importancia tanto narrativa como atmosférica. Así como la música de la sala de baile, el soundtrack de Twin Peaks, compuesto por el gran Angelo Badalamenti parece venir de otro tiempo, transportar a otra dimensión y resignificar lo que sucede. Esto es particularmente evidente con el personaje de Leland Palmer, y su obsesión con cantar y bailar después de la muerte de Laura Palmer. Nunca “What A Wonderful World” había sonado tan escalofriante como en el tocadiscos de Leland.

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Con respecto a la identidad y al traspaso de almas, ambos momentos sirven de bisagra en The Shining y en Twin Peaks. Hablemos primero de Jack Torrance. Si hay algo en lo que Kubrick trabajó muchísimo mientras adaptaba el libro de Stephen King junto con Diane Johnson, fue en complejizar a los personajes aprovechando sus ambigüedades y dejando zonas de misterio. Esto ayudó a entretejer relaciones mucho más interesantes a nivel narrativo entre los personajes, y a dar una sensación del terror muy distinta dependiendo de quién se vea: Wendy, Jack o Danny - como apuntó Maia Otero. Sin embargo nos vamos a concentrar aquí en Jack Torrance y en buscar el momento en el que su cerebro se desencaja. Por un lado tenemos la parte realista del problema, el cabin fever, eso que se genera entre un grupo de personas que están obligadas a estar encerradas juntas durante un largo período de tiempo. Pero está también toda esta cuestión de las diferentes dimensiones, las heridas que dejan los sucesos en un espacio determinado. Esta última vez que vi The Shining, bromeé con que Jack Torrance vende su alma por un trago. Hay pistas de que Jack es alcohólico, y la primera vez que empieza a ver muertos es después de decir “daría lo que fuera por un trago, daría hasta mi alma”. A partir de ahí es cuando ya empieza a interactuar con este otro mundo, como si siempre hubiese estado ahí. Es tan natural la manera en la que conversa con el bartender y se codea más tarde con los invitados de la fiesta, que su conversación con Grady en el baño se vuelve aún más extraña. Jack no está totalmente inmerso en este otro mundo aún, todavía no es consciente de su función ni de sus tareas en estas dimensiones. La conversación con Grady es lo que termina de hacerle el click, y si ya era violento antes, ahora su violencia es más determinada que nunca. Al final vemos que logró quedarse en esa otra dimensión.

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Dale Cooper es posiblemente de los personajes más entrañables que jamás se han visto en pantalla. Por eso el final de la segunda temporada dejó al mundo con el corazón roto durante 25 años. A partir de ahora habrá spoilers. Si no has visto Twin Peaks, ponte las pilas.

Tratándose esto de una serie, no me voy a detener mucho en todos los backstories y arcos del personaje, que dicho sea de paso se mantiene bastante fiel a él mismo durante las dos temporadas. Sin embargo, hay un momento oscuro en el pasado de Cooper, y ese pasado es el que viene a perseguirlo a Twin Peaks y a destruirlo. De alguna manera en esto también se relaciona con Jack Torrance, que necesitaba tanto estar tranquilo en ese hotel para poder escribir algo que llevaba tiempo queriendo escribir, pero sus fantasmas vienen a joderlo. Dale Cooper se enfrenta en su última visita al Black Lodge con este fantasma de su pasado, que ya está absolutamente del otro lado. Si Jack Torrance vendió su alma por un trago, Cooper la vende - también literalmente - por salvar al amor de su vida. Cooper hace esto por amor pero también por una especie de redención por algo que había pasado hace años con otra mujer. No voy a entrar en muchos detalles sobre este backstory, pero lo importante es que así como Jack Torrance, el Cooper que conocíamos se queda en esta dimensión y es reemplazado por la versión “malvada” de él mismo que sí vuelve al mundo que conocemos.

En conclusión, este artículo podría ser mucho más largo si entrara en detalles de la historia, pero lo que me interesa son los puntos en común a nivel formal y el significado de estas decisiones en cuanto a las dimensiones que propone cada relato. Si los puedo dejar con un consejo, cuando entren a un cuarto rojo tengan cuidado con no vender su alma sin darse cuenta. Cambio y fuera.