GRAND HOTEL

Largometraje | 1932 | Edmund Goulding
Artículo escrito por Julia Scrive-Loyer

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“Siempre es lo mismo. La gente viene y se va, y nunca pasa nada”, dice el Doctor Otternschlag para abrir y cerrar la película. Sin embargo el Grand Hotel es un poco como el mundo: una colección de personas intentando sobrevivir bajo las apariencias, lidiando con sus conflictos y con sus sueños, enamorándose, bailando y apostándolo todo en el camino. El Doctor es definitivamente el más amargado de todos los personajes en esta película (y eso, que tiene competencia), pero justamente por eso, es el que dice algo que resume perfectamente Grand Hotel tanto en su forma como en su contenido:

¿Y qué se hace en el Grand Hotel? Comer. Dormir. Vagar. Coquetear un poco, bailar un poco. Cientos de puertas que llevan todas a un salón. Nadie sabe nada de la persona a su lado. Y cuando te vas, alguien nuevo llega a tu cuarto, se acuesta en tu cama… y eso es todo.

Eso es todo para el que se va, para que se muere. Pero no para el que llega, la pareja de recién casados que entra eufórica a la recepción. Tampoco es todo para el que se queda, cada uno de los que trabajan en el hotel, desde el portero, hasta la telefonista, pasando por el señor de recepción que acaba de tener una hija.

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Antes de pasar a hablar de los personajes y de las tramas que los unen, vamos a detenernos en analizar cómo la manera en que la peli está filmada nos dice exactamente lo mismo que la declaración del Doctor Otternschlag. Lo primero son los créditos, superpuestos encima de lo que veríamos a través de un caleidoscopio. Una ilusión óptica que genera una sensación de abundancia hipnótica. Los brillos y las figuras se multiplican y nos engatusan. Esta sensación de “multiplicidad” es esencial para la película, porque esa multiplicidad también es múltiple (ya, suelto esa palabra), y se ilustra a través de:

Los movimientos de cámara y el juego con los diferentes niveles y capas del hotel
Desde que se acaban los créditos, lo primero que vemos son las manos de las telefonistas pasando llamados en lo que siempre me imagino siendo el sótano del hotel. En la recepción, uno de los empleados habla con el hospital para saber si su esposa ya dio a luz, y da a entender que no puede tomarse el día libre en el trabajo. Dice incluso que trabajar ahí es como “estar en una cárcel”. Gracias por avisarnos, amigo.
En toda esa primera secuencia vemos y escuchamos un collage de conversaciones telefónicas que se contradicen todas entre si, en cuanto a conflictos y expectativas. Es una gran presentación de personaje(s), que bebe mucho del teatro - el espectador tiene claro desde muy pronto información que los mismos personajes no tienen. Por lo tanto, nos da una idea de hacia dónde irá la trama.
Volviendo a los niveles, hay muchos planos de ascensores, y un hermoso plano en picado hacia la recepción donde se ve la cantidad de pisos que hay en el hotel y por lo tanto la cantidad de historias posibles. En cuanto a los movimientos de cámara, la planta baja parece ser la reservada para planos secuencias. Es importante que sea en este piso ya que es donde hay más afluencia de personas. Pasamos con facilidad de una conversación a otra, si alguien pasa caminando que nos interese nos vamos con él. Muchas veces los personajes aparecen sentados o parados frente a una barra o un counter, hacia la cámara, dejando claro que nosotros también somos simples espectadores.

El mosaico de personajes y los juegos de apariencia
Entonces, vamos a lo que vinimos. Ya explicamos un poco cómo se traduce ese mosaico de personajes por imagen y montaje. Ahora nos toca hablar de quiénes son estos personajes. El dilema es saber con cuál empezar. Salgamos del más detestable primero.

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No, claro que no hablamos de Joan Crawford, sino del señor a su lado, Preysing (Wallace Beery). Realmente, el pobre nos da pocas razones para quererlo. Es director general de una empresa que parece haber heredado de su padre (podríamos intuir tras su conversación telefónica al inicio). Es arrogante, mentiroso, mal educado, mujeriego (fallido), pero sobre todo es patético. Lo siento, es horrible decir eso de un personaje, pero no me deja otra opción. Hay dos personajes que terminan evidentemente mal al final de la película. Sin embargo mientras uno termina redimido en la boca de los demás, este señor Preysing termina más condenado que al inicio.

A ver, Preysing también es una víctima hasta cierto punto. Sí, supuestamente tiene dinero (que es lo que busca la mayoría de los otros personajes), pero ya tiene prácticamente todo perdido cuando el acuerdo que esperaba conseguir con una empresa se viene a pique. En un intento desesperado de mantener su compañía a flote, decide mentirles. Sólo está esperando a que ahora todo se venga abajo. Por eso quiere desacatarse y pasar una noche bomba con Flaemmchen, la taquígrafa. Eso, entre otras cosas, es lo que revela su patetismo. Él obviamente no sabe lidiar con mujeres, cosa que él mismo deja claro hablando con su amigo. Y en el transcurso de “seducirla”, hace mierda a otros personajes con los que sentimos mucho más empatía. Uno de estos personajes es Kringelein, posiblemente uno de los más entrañables de la película. Después hablaremos más de él. El caso es que al ser Preysing un villano evidente para Kringelein, el director nos está posicionando directamente en contra del primero.

Todos los personajes lidian con sus conflictos de manera “inmoral” o destructiva para ellos mismos. Pero dentro de este espectro de la moralidad, Preysing es el que los sobrepasa a todos, cometiendo un asesinato. Y no es solamente el hecho de que mate a alguien (a alguien muy importante y muy querido), si no que lo mata por una situación muy menor - el robo de una billetera. Kringelein se lo dice claramente, “eso no es razón para matar a un hombre”. E incluso tras haberlo matado, sigue siendo patético, porque no quiere aceptar su crimen y elige mentir y poner los otros a mentir. Lamentablemente para él, nadie está de su lado. Moraleja, no sean arrogantes chicos, o al final se van a quedar solos.

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Qué belleza de mujer. La gran Greta Garbo. En esta película, se siente muchas veces muy sobreactuada, incluso para una película de los años 30. Sin embargo me pregunto hasta qué punto no es lo que el personaje pide. Grusinskaya es una gran bailarina de ballet que está desvaneciendo en cuanto a relevancia y a público. Por eso la pongo después de Preysing, porque al igual que él, es el otro personaje que parece tener lo que los otros personajes quieres: reconocimiento, fama. Es también el otro personaje que tiene un cierto ego. Sin embargo, a diferencia de Preysing, ella tiene un conflicto con el que podemos empatizar mucho más. Y lo expresa sin problema, haciendo que los otros personajes también puedan empatizar con ella. Ella necesita amor. Amor y reconocimiento. Su fragilidad es palpable, y es uno de los dos personajes que amenazan con desaparecer desde muy temprano en la película - en su caso a través del suicidio.

Su humor cambia drásticamente desde que encuentra amor, y lo encuentra en otro personaje trágico: el Barón Felix von Geigern. La soledad de él, su sentimiento de inadaptado tanto en su familia como en el mundo, le permite empatizar con ella y vice versa. Sin embargo por más que ella sienta que ese amor la va a salvar a ella y por extensión a él, termina no siendo más que una ilusión. No vemos cómo termina ella realmente, cuando descubra ya fuera de la pantalla que el Barón murió, pero se entere o no, cualquiera de las dos opciones será trágica para ella. Un nuevo abandono. Ya sea porque se entere de que murió, o porque piense que la dejó plantada. Por lo tanto su personaje termina siendo trágico, y más trágico aún porque el peso de su tragedia recae sobre el espectador, a través de la ironía dramática.

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A Kringelein es literalmente imposible no quererlo. Maravillosamente interpretado por Lionel Barrymore, es el personaje más puro de toda la película. Por eso todos se convierten en su cómplice, y por eso es sobre todo que Preysing se nos hace tan abominable. Kringelein es el otro de los personajes que amenazan con morir desde el inicio de la película. En su primera conversación telefónica nos deja todo bien claro: está muy enfermo, su muerte es inminente, y decidió coger todo el dinero que ahorró en su vida para pasar sus últimos días en grande, rodeado del lujo que nunca tuvo en su vida. Su motto sería “treat yourself”, y dentro de ese disfrute final entra también encontrar el amor. Cosa para la que él es también bastante torpe. No sabe bailar, es medio tímido, no se siente muy agraciado en ningún sentido. Sin embargo el Doctor le deja bien claro que un hombre sin amor es un hombre muerto. El Doctor siempre bajando la nota.

Desde que llega al hotel, Kringelein conoce al Barón, personaje que será como un ángel para él. ¿Por qué? Porque comparado a la gente con la que se encontrado a lo largo de su vida, el Barón es bueno. Es un tipo atento, amable, elegante y generoso. Claro, no sabe en un inicio que el Barón no tiene un centavo, ni que es ladrón de profesión para poder sobrevivir. Pero incluso cuando se entera, Kringelein no lo condena. Sigue rescatando su bondad.

En el camino también se encuentra con Flaemmchen, otro gran personaje lleno de amor y amabilidad. A diferencia del Barón, Flaemmchen nunca esconde que no tiene un centavo. Eso la une a Kringelein inmediatamente. Ambos son víctima de la sociedad. Por eso terminan juntos al final de la película. No sabemos si Kringelein morirá por su enfermedad terminal días, semanas, meses o años después. Tampoco sabemos si logrará curarse. En todo caso, es importante que estos dos personajes encuentren amor en el otro, un amor que pasa fundamentalmente por una gran amistad.

Para sentirse vivo, Kringelein hace cosas que lo destruyen bastante, como apostar y entregarse a la bebida. Igual lo pasa bien mientras está borracho, y dice cosas importantes que resumen a su personaje y de paso a todos los otros. Por ejemplo en un momento brinda con sus invitados:

Por la breve, breve y maravillosa vida. ¡Y por tener el valor de vivirla!

Qué hermosura de personaje. Entonces eso, tiene un conflicto grande - se va a morir y tiene que vivir la vida en el poco tiempo que le queda. Y tiene un objetivo y un sueño - que esos últimos días sean totales, alegres y llenos de amor. Para cumplir estos objetivos, el personaje nunca hace nada “inmoral” por más que tenga momentos donde veamos que no está ayudando a su salud - cuando bebe -, pero se mantiene siempre puro, tanto en su personalidad como en su ideología. Por eso es tan importante que logra por fin enfrentar a Preysing que era SU JEFE. Oh yes, las coincidencias de la vida. El caso es que el tipo aprovecha su borrachera y su permanente estado de YOLO, para decirle a Preysing:

Mr. Preysing, ¡no voy a tomar órdenas suyas aquí! (…) ¿Crees que tienes libre derecho de insultar? Créame, no lo tiene. Usted se piensa que es superior, pero en realidad no es más que un hombre ordinario. (…) ¿Cree que soy una basura? Bueno, si soy basura, usted es mucho más basura que yo, ¡Sr. Magnate Industrial Preysing! (…) No me puede echar. Soy mi propio jefe por primera vez en mi vida. No me puede echar. Estoy enfermo. Me voy a morir, ¿entiende? Me voy a morir y nadie me puede hacer nada. Nada me puede pasar. Antes de que usted me eche, ¡ya estaré muerto!

Qué triste que alguien tenga que estar al borde de la muerte para sentirse vivo y libre.

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Si hay alguien de quien realmente nos enamoramos perdidamente en esta película, es de Flaemmchen. Primero porque Joan Crawford demuestra ser una excelentísima actriz muy muy adelantada para su época en cuanto a tono de actuación. Esa mujer está absolutamente metida emocionalmente en todas las escenas, sin nunca sobreactuar o parecer teatral. Todas sus acciones y expresiones faciales nacen absolutamente de las situaciones de cada escena, de sus relaciones con los personajes y de sus sentimientos más profundos. Me quedé realmente maravillada con su fuerza. Además de que al contrario de Greta Garbo, parecería tener un rostro más duro con rasgos muy definidos, pero logra ser tan fuerte como frágil y suave.

Lo segundo es su personaje. Flaemmchen es una taquígrafa que evidentemente le ha tocado buscarse la vida de todas las maneras posibles en su recorrido. Por eso el hecho de tener que acostarse con Preysing es casi natural para ella. No es su trabajo ideal, y parece que tampoco lo ha hecho tanto. Pero lo encara con toda la normalidad del mundo. Lo que le duele es que tenga que ser con un tipo como ese. Pero nada, el trabajo es el trabajo. Lo que ella quisiera realmente es ser actriz, y en ese sentido el personaje de la bailarina visto desde fuera podría ser casi una inspiración para ella. No sólo por su fama y reconocimiento, si no porque ella sí obtiene el amor del Barón, del cual Flaemmchen también está enamorada. Pero ¿por qué está enamorada del Barón? Ella misma se lo dice: “eres bueno”. Wow, y eso tan sencillo es tan grande para ella, igual que para Kringelein.

Una de las cosas que me encantan en esta película es cómo el momento en el que ella se está preparando para acostarse con Preysing es incómodo no porque ella no quiera, si no por la normalidad con la que enfrenta la situación. Justo después de haberse encontrado con el Barón y de haberle dicho lo bueno y amable que es él, esta mujer entra a una habitación gigante, conectada con la habitación de Preysing. Ella entra con su maletica, cierra la puerta que los conecta, y empieza a desempacar y a prepararse para la noche. Luego él entra, empiezan a hablar, él se sorprende de ella sea tan “lady”, y ella se ríe. Todo es muy normal y con todo y todo, ella parece ser la que domina esa situación. Luego viene la tragedia.

Al final, ella termina con el personaje más puro, Kringelein, que le ofrece heredar su dinerito una vez él se muera. En ese momento de amistad profunda y de humanidad, ambos lloran consolados de haberse encontrado el uno al otro, de haber encontrado la bondad. Prometen irse a París, lugar que ambos amarían conocer, y toman un tren hacia allá al final de la película. Parecen felices. Goulding sabrá lo que pase después, pero los dejamos sonriendo y con la seguridad de que por lo menos por un ratito serán felices.

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Terminamos con el personaje del Barón (John Barrymore), la oveja negra de su familia, el Barón que lo tuvo todo y que perdió todo en el camino, excepto su elegancia, educación y amabilidad. Lo perdió todo por su propia culpa - las apuestas. Por lo tanto es un personaje que se condenó a él mismo, y que se sigue condenando una y otra vez. Sorprendentemente, a pesar de que haya otros personajes que parezcan más destinados a morir al inicio de la película, es el único que muere en pantalla. Sin embargo, y con gran maestría de parte del realizador, nunca vemos su cuerpo. Quizás por eso duela aún más su desaparición y verlo cubierto de una sábana cuando lo están metiendo en el coche fúnebre.

Al inicio de la película, el Barón es parte de una organización criminal que está planeando robar las joyas de la bailarina. Cosa que nunca nos hace odiarlo, si no quererlo aún más. Porque entendemos que está condenado. Nos duele cuando entra a robar al cuarto de la Garbo, por ella, por él. Deseamos con todas nuestras fuerzas que salga de ese lío, porque es un personaje entrañable, cariñoso con los que lo rodean, y muestra igual desprecio que nosotros hacia Preysing. Para que vean lo mucho que influyen las relaciones de los personajes para hacer a un personaje querible y a otro no. No basta con la construcción de uno solo, hay que entender cómo los demás se sienten con respecto a él. Sólo eso es suficiente para redimir a uno y condenar a otro. Es por eso que aunque el Barón muera al final tras haber intentado robar a Preysing, todos los demás lo redimen, más allá de que sepan o no las circunstancias de su muerte.

Evidentemente, es un pésimo ladrón, porque es un ladrón sensible. Se termina encariñando de la gente a la que intenta robar. Cuando roba las joyas de la Garbo, la escucha diciendo que se va a suicidar y que nada tiene sentido. Eso lo hace salir de su escondite y entablar una conversación con ella que terminará en un romance. Ambos son personajes frágiles y que necesitan ser queridos. La cercanía entre ambos es hermosa; la manera en que se abrazan, se besan, juegan. Se ven vivos. Ella le pide que se vaya con ella a Viena, y él dice que sí y que va a encontrar el dinero para poderse ir. Oh error trágico, ¿por qué has aparecido? Tal error, lo lleva a tener que darse de alta con la organización criminal a la que pertenece, cosa que no sucederá sin consecuencia, le avisan. Sin embargo eso no es lo que lo termina matando.

En el camino a encontrar ese dinero, el Barón le explica a Kringelein que está totalmente arruinado, y éste le ofrece el poco dinerito que tiene. Demostrando una vez más el buen ser humano que es. Pero el Barón no lo acepta, y lo que propone más bien es apostar, cosa en lo que supuestamente él tiene experiencia - aunque no suerte, a juzgar en su pésimo estado financiero. El caso es que empiezan a apostar y el Barón no pega ninguna y lo apuesta todo, y por lo tanto también lo pierde todo. Posiblemente la mejor metáfora para hablar del barón: un tipo que lo apuesta todo y lo pierde todo en el camino. Sin embargo, Kringelein hace una generosa cantidad de dinero, porque claro, la suerte del principiante. Sin embargo bebe mucho y termina casi muriéndose borracho en su cama. Es entonces cuando el Barón ve el monedero de Kringelein tirado en el piso y decide robárselo. Pero al igual que pasó con la bailarina, se apiada de Kringelein una vez lo ve desesperado llorando diciendo cómo esa billetera es su vida entera y cómo él no es nada sin ella. Por eso decide pretender que la encuentra de la nada y devolvérsela.

Eso lo lleva recurrir a su última oportunidad, que es robarle a Preysing. Preysing está en el cuarto con Flaemmchen, pero ve una sombra y deja a Flaemmchen a un lado. Se encuentra con el Barón saliendo del cuarto tras un intento de robo, y después de amenazar con llamar a la policía, termina matándolo. El destino del Barón es trágico hasta cierto punto. En alguna medida, qué más trágico que la muerte. Pero para personajes como estos, la muerte es una especie de libertad. Y por más que muera como ladrón, todos lo redimen. Tanto Flaemmchen como Kringelein, que descubren su oficio en ese momento, están de acuerdo con que esa no es razón para matar a un hombre, y lo lloran como el más bondadoso de los seres humanos. Como la gente que trabaja en el hotel, desde las telefonistas hasta la gente de la recepción, que no se creen la causa de su muerte, e insisten en el buen hombre que era. Por lo tanto muere un hombre digno, que es posiblemente más de lo que él habría podido esperar su vida entera.

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Para terminar, qué mejor para hablar de la soledad del ser humano que un hotel lleno de gente. Y qué más trágico que hablar de la vida desde la perspectiva de una posible muerte que sería la única en darnos la posibilidad de redimirnos, la única en darnos la oportunidad de ser realmente libres. Una vez lo más esencial está perdido, ¿a qué le vamos a tener miedo?

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