CUANDO DOS MUJERES HABLAN


por Maia Otero

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Me dicen que la traducción de Persona (1966) al portugués es Cuando Dos Mujeres Pecan. Más allá del juicio moral, me pregunto cómo algo tan evidente de traducir se perdió tanto en el viaje transatlántico. La respuesta yace en su evidencia, y de la tendencia a huir de lo que nos parece obvio. En la búsqueda de alejarnos de lo irrebatible creamos distancia, y en la distancia creamos espacio donde perder en comprensión y claridad. En Sonata de Otoño, Eva y Charlotte son madre e hija, interpretadas por Liv Ullman e Ingrid Bergman (demostrando que dos Bergmans siempre son mejor que uno), atormentadas por la incomunicación del pasado. Hay algo sobre las relaciones familiares que hace que cambiar la naturaleza de estas sea tan difícil. El tiempo nos da el refugio de la distancia, pero la distancia nos condena a ahondar en la incomunicación. 

Por naturaleza, los humanos se intentan comunicar. La falta de comunicación y el silencio se convierten en un lenguaje en sí mismo. Eva intenta comunicarse a través del lenguaje de su madre, el piano, pero se intimida por el fantasma de su madre durante su juventud. Nunca deja de buscar la aprobación de Charlotte pero no quiere apropiarse de su lenguaje y amenazarla. Sabe que esto le produjera más rechazo del que ya siente, entonces toca sin seguridad. Al no comunicarse entre ellas, delegan la comunicación la una a la otra. Anticipan sus pensamientos y acciones gracias a la imagen que se han creado en sus cabezas, tornándose en una especie de superyó externo. Nadie critica más que la madre que rechaza y la hija que se emancipó. Al encontrarse con su hija Helena, Charlotte necesita de la traducción de Eva, profundizando la herida causada por el dolor de rechazar a quien viene de uno - otra manera de rechazarse a uno mismo.

Dentro de cada relación vive un lenguaje propio, que se comporta de manera similar a la relación. El lenguaje puede perdurar, puede mutar y transformarse, o puede morir. Dentro del postulamiento del relativismo lingüístico, Whorf dice: “Diseccionamos la naturaleza siguiendo líneas que nos vienen indicadas por nuestras lenguas nativas” (Whorf, 1971). Al enfrentarse nuevamente, se comunican (o des-comunican) como siempre lo han hecho. Eva y Charlotte se enfrentan al lenguaje que pensaban haber dejado atrás, y se encuentran con un espejo que les reflejas sus carencias e inseguridades. Eva pierde toda agencia y vuelve a ser la hija abandonada, mientras que Charlotte confronta su carencia del llamado “instinto maternal”. La distancia existente entre ellas implicaría deshacerse de la imagen que se han creado de la otra, pero esa imagen es lo único que las ha acompañado durante los años y enfrentarse a una persona que nunca se han atrevido a conocer. Por miedo o costumbre, seguirán viviendo con el fantasma, porque hay consuelo en la costumbre. 

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