LA MAMAN ET LA PUTAIN

Jean Eustache, 1973


por Alejandro Andújar

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Una película es la definición de un director de lo que es el cine. Aparte de contar una historia, de tener una mirada singular sobre la vida, entre otras cosas. Una película es la hipótesis de un director sobre el cine. En las imágenes que captura y cómo las ordena, va creando un manifiesto personal sobre su visión del cine como arte. 

Jean Eustache se suicida a los 43 años luego de un accidente automovilístico que lo dejó parcialmente inmóvil. Ante el dolor de sus heridas y la imposibilidad de hacer cine, se quita la vida una semana antes de su cumpleaños. Años antes, en el 1973, estrena su primer largometraje La maman et la putain. Es una de las mejores películas de la historia del cine y una de las menos vistas. Pienso que es tan poco conocida debido a que su protagonista es Jean-Pierre Léaud, el actor fetiche de Truffaut, que se hace famoso interpretando el personaje de Antoine Doinel en seis largometrajes del director. Sin dudas La maman et la putain comparte su código genético con algunas películas de Truffaut. 

Yo conocí el cine de Truffaut en un festival de cine francés celebrado en Santo Domingo en el cine Lumière en la Avenida Independencia. Ya el cine está cerrado. Ahí pude ver por primera vez los 400 golpes. Para resumir, la persona que entró a la sala de cine no fue la misma persona que salió de la sala. En esa época conseguir cine era una tarea difícil. Había que explorar en los videoclubs; para eso había que hacerse socio del video con una tarjeta de crédito y había que pagar por alquilar las películas. Las colecciones de los videoclubs dejaban mucho que desear y aparte, muchas veces ibas y la película que querías ya la habían alquilado, aunque pude encontrar en los videoclubs de Santo Domingo otras películas de Truffaut. Nunca encontré la maman et la putain. Y la buscaba porque había leído mucho sobre ella, en libros de cine, en documentales de cine francés la mencionaban, hasta hablaban de esa película en otras películas. Pensaba que nunca la iba a poder ver. Hasta que por fin en el año 2005 encontré una copia en vhs en un videoclub de Madrid. Aunque ya para ese tiempo pensaba que no me iba a gustar; le tenía demasiada alta expectativas y cuando pasa eso, suele suceder que te decepcionas. 

A pesar de mis ansiedades por las expectativas de la película, no tenía opción; era el mes de agosto en España donde todo está cerrado, era estudiante y no tenía dinero. Pasarme la noche viendo una película de 220 minutos era lo más sensato. Pongo la película y le doy a play.

Cuando termina la película me doy cuenta de que todavía estoy pensando en las conversaciones del inicio, y no tengo más opción que rebobinarla y verla de nuevo. Y si hay una película que se puede ver muchas veces es ésta. No vale la pena explicar la trama del filme porque es inexistente. Digamos que toda la película está construida sobre conversaciones que tienen sus tres personajes principales sobre la vida, el cine, el amor, el sexo, la política, el arte. Jean Eustache cometió el error en su opera prima de querer contarlo todo. A cualquier cineasta cuando está empezando le dicen no lo intentes contar todo. El éxito de Eustache es que no lo intentó — lo consiguió. 

Es una película infinita que no quieres que se acabe. De alguna manera, en estas largas conversaciones que tienen los personajes, es como que están intentando detener el tiempo, de que la vida real no vuelva, de quedarse toda la noche bebiendo vino y hablando en el apartamento. Así se siente el espectador viendo el filme, al terminar sientes que vas a tener que salir a enfrentar al mundo real. La película está inspirada en varios sucesos que le pasaron a Jean. Cuando un director habla de cosas personales siento que es con la necesidad de cambiarlas y transformarlas, de que esas experiencias a través del lente se conviertan en otra cosa. Y esa es la hipótesis de Jean Eustache sobre el cine, es un escape de la vida real, es la reescritura de la existencia.