HOST

Rob Savage (2020)


Texto de Manuel Omar Mejía

¿Le tienes miedo a las reuniones de Zoom que se hubiesen podido resolver en un e-mail? Si ese es tu mayor miedo con respecto a las llamadas de Zoom, te aconsejo que ni te acerques a Host. Esta película de terror de 55 minutos demuestra que la creatividad y la falta de recursos son las mejores herramientas para contar una historia.

El realizador Rob Savage nos trae una astuciosa — aunque ya explorada — película de terror usando el dispositivo de la webcam. Un subgénero heredero del terror de found-footage como The Blair Witch Project, Creep y Paranormal Activity. Pero con un twist: estas fuerzas malignas tienen una conexión 5g que los lleva directo a nuestras peores pesadillas. Si los tiempos han cambiado, los fantasmas y demonios han cambiado también.

La historia es sencilla: seis amigas ingresan a una llamada de Zoom para hacer una seance espiritista, guiadas por una medium serena. Pero la falta de respeto de algunas de las participantes enfurece a los espíritus y convierte la experiencia en una cacería alimentada por la venganza. A partir de ese punto, tememos cada movimiento de los personajes, y temblamos ante cada notificación o “pop-up” que aparece en pantalla.

Nos vemos reducidos al punto de vista de la cámara de la laptop, convirtiendo la experiencia en una desgarradora burbuja de terror: “¿Acabo de ver una mano en la esquina? ¿Los pies de un espíritu a través del espejo?” Podemos hacernos una multitud de preguntas cuando nos vemos frente a una puesta en cámara sencilla y estática, en la que nuestro falso sexto sentido juega en nuestra contra. La aguda atención al detalle de Savage, y su astucioso juego visual, hacen que el horror llegue al punto en el que los 55 minutos parecen durar una eternidad — cosa que se agradece en una película de terror.

Sin embargo, muchos de los fallos de la peli se encuentran en estos mismos trucos visuales. Como en casi todas las películas de terror contemporáneas, Savage abusa del ya usado jump scare, que termina por agotar la experiencia y la tensión de la película. Los trucos fáciles abundan y minimizan el tejido narrativo. Pero los jump scares son casi que obligatorios en esta época, sobre todo en este subgénero de webcam, con películas como Unfriended.

Tampoco podemos dejar de lado las reglas arbitrarias de la historia. ¿A quién atacan los demonios? ¿Por qué atacan a alguien primero que a otro? ¿Cuáles son realmente sus métodos? Los espíritus parecen cambiar su comportamiento y modo de ataque de manera arbitraria, y esto hace que la película se hunda a veces en el caos. Esto puede resultar, por momentos, en un estético pero vacío espectáculo de sustos dejados al azar, en cuya progresión se pierde el terror sutil que se había establecido en la primera parte de la película.

Dicho esto, Host es una película de terror que se disfruta, se sufre y se grita, y nos hace reconsiderar el poder de una simple reunión virtual. Rob Savage jugó con lo poco que tenía, apostó por excelentes actuaciones, un guion con puntos de giro fuertes y un buen concepto — uno con el que todos podemos identificarnos, sobre todo en el momento en que estrenó, en plena cuarentena, cuando las reuniones y fiestas virtuales eran una parte fundamental de nuestras vidas.

Host está disponible en Netflix