VIOLENCIA E IMAGINACIÓN

a propósito de The Knife (Jack Goldstein, 1975)


Escrito por Diego Cepeda

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Cuando pensamos sobre los motivos visuales que componen el cine, fácilmente podemos dirigirnos a objetos concretos: la pistola, la escalera, el cajón, el abrigo, la casa, la ventana, el pasto, la cama, la tetera, la puerta, el tren, el teléfono. Una de las frases más citadas de Douglas Sirk sostiene que no se puede hacer películas sobre las cosas, sino que sólo las podemos hacer con cosas, con luz, flores, espejos, sangre y con todas las cosas fantásticas que hacen de la vida digna de ser vivida. Sin embargo, ¿Qué ocurre cuando se hace una película sobre un objeto? ¿Qué sucede cuando ese objeto es un cuchillo?

En 1975, el artista conceptual Jack Goldstein, dado a la tarea de investigar sobre el vocabulario, las estrategias y las seducciones* en que las imágenes nos arrojan, realiza una pequeña película en 16mm. Poniendo a prueba nuestra superstición, filma un cuchillo plateado en donde va vertiendo colores distintos a través de la luz: rojo, verde, rojo, azul, amarillo. El tiempo se dilata, cada vez más se transparenta el hecho de que con nuestras expectativas, hemos repetido innumerables palabras en nuestra cabeza: cortar, seccionar, tajar, cercenar, amputar, hendir, partir, talar, podar, segar, trinchar, guillotinar, destrozar, dividir, aserrar, pelar, trasquilar, mutilar, talar, desaguar,  sangrar, abrir, extractar, reducir, fragmentar, fraccionar, separar, extirpar, operar, descoser, rebanar, untar, neutralizar, interceptar, esculpir, extraer, desmenuzar, limitar, rajar, cincelar, atravesar, penetrar, agrietar.

Si una película no consigue aprovechar la magia que existe en las propias cosas, si utiliza los objetos sólo para que signifiquen algo, ha desperdiciado una de sus grandes posibilidades. Cuando tomamos un objeto y hacemos que signifique algo, lo que estamos haciendo, de una forma más o menos sutil, es confirmarnos a nosotros mismos. Estamos confirmando nuestros propios conceptos sobre quienes somos y qué es el mundo. Pero permitir que las cosas sean vistas como lo que son ofrece un terreno más abierto y fértil que el reino del significado simbólico predeterminado. Después de todo, lo desconocido es pura aventura.
— Nathaniel Dorsky, El Cine de la Devoción

Goldstein bromeaba con que se trataba de su versión de Knife in The Water (Roman Polanski, 1962) un drama psicológico en donde el cuchillo funcionaría como un ente de peligro y de deseo, de violencia y ruptura. Como apuntaba el artista Douglas Crimp en su ensayo Pictures (1977)**, la representación no nace de la imaginación; es una función de la imaginación. Las imágenes no están determinadas por la lógica de las cosas, sino por la lógica de la representación. En The Knife, Goldstein aísla el cuchillo de su contexto y nos propone el drama de un objeto en sí mismo.

Vean The Knife de Jack Goldstein (1975) || 5’’

 * BOLANDE, Jennifer, Remembering Jack Goldstein para la revista East of Borneo, 2011.
**  RAMOS, Marta, Construction of Meaning, 2012.