THE LEGEND OF TENNESSEE MOLTISANTI
por Maia Otero
“se llama la familia nuclear porque podría
explotar en cualquier momento”
@cowboypraxis
Es difícil explicar por qué te gusta algo. Tampoco entiendo la obsesión con justificar nuestros gustos, como si existiera una vara que como humanos cínicos hemos impuesto y debemos cumplir. Cuando te gusta algo tiene que cumplir ciertas convenciones, sino es prueba de que tienes mal gusto, o no eres suficientemente culto. Más difícil es cuando lo que sientes son cosas que no sabes explicar. Pienso en todas las emociones para las cuales no tenemos definiciones porque como sociedad hemos decidido que es mejor no explorarlas. Tal vez todas las veces que he ignorado mis emociones — para sólo explotar cuando es muy tarde —, es porque no entiendo lo que siento.
Al inicio de Los Soprano, Tony va a la psicóloga. Él ya está buscando entender lo que le pasa, pero se resiste porque esto va en contra de su definición de lo que es un patriarca (tanto de su familia como de su otra familia). Está claro que Tony es un padre, y una figura paterna, y ser un líder siempre viene con el peso de ser un ejemplo, lo que descarta el error para uno mismo (sí, soy la hija mayor). Para algunos de nosotros fueron nuestros abuelos, y para otros nuestros padres, aquellos hombres que crecieron sin el acceso a los escapes emocionales que se le permitían a las mujeres, con padres distantes, taciturnos, e imponentes. La represión suele terminar siendo expresada como rabia, y con mucha facilidad los reprimidos se vuelven los represores. Esta es la guerra autoimpuesta de la masculinidad.
El octavo episodio de la primera temporada de Los Soprano, “La leyenda de Tennessee Moltisanti”, es un regalo dentro del regalo que ya es la primera temporada de Los Soprano (y la única que he visto hasta ahora). Por primera vez salimos de la psiquis de Tony, y nos adentramos en la de Chris, su sobrino. Como buenos hombres reprimidos, sus miedos se manifiestan en sus sueños, y el capítulo empieza con un sueño de Chris. Por primera vez vemos que otra persona del séquito de Tony también es víctima del mundo en el que se mueven, y sentimos empatía por Chris. Durante el episodio el expresa sus frustraciones con su vida y sus ambiciones. Se siente menospreciado por Tony, y por sus superiores.
Si Tony creció bajo la sombra de su padre, un mafioso de alto rango, Chris creció bajo la sombra de la cultura popular del mafioso, El Padrino, Goodfellas, etc. Sufre de la ilusión del protagonista. Que un evento lo llevará inmediatamente a la cima, y después de eso la pantalla fundirá a negro y todo será fácil. Algunos psicólogos hablan de la caminadora hedónica, o adaptación hedónica, que argumenta que los humanos poseemos un nivel básico de felicidad al que volvemos a pesar de eventos externos.
Pienso en la escena en el carro en la que Tony y Chris hablan, de manera ofuscada, de sus sentimientos. Se acercan incluso, al tema de la depresión. En un momento de ironía dramática, el espectador sabe que Tony le hace estas preguntas a Chris porque él sufre de depresión, y a su propia manera se preocupa por su sobrino. En ese momento entendí que para muchos de estos hombres la mafia no era más que una familia, una red de apoyo y acompañamiento, que ofrece comprensión en temas que nadie más entendería. Puede que se repriman, y tengan que mantener la imagen que proyectan de macho alfa. Sin embargo, no dejan de cuidarse entre ellos.
No diría nada nuevo al decir que Los Soprano está bien escrita, eso es algo que está claro desde que estaba dando mis primeros pasos. Tampoco me interesan las conversaciones morales basadas en trabajos de ficción. Lo único que me interesa es que algo de este episodio me emocionó, tanto así que quise saltar del sillón a escribir sobre él cuando lo terminé (que es un logro dentro de sí mismo estas últimas semanas) y al mismo tiempo quedarme a ver qué le sucede a estos personajes después. Mientras tanto voy a agendar una cita con la doctora Melfi para entender, y buscar recetas de baked ziti porque tengo hambre.
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