EL FILM NOIR Y LA ANIMACIÓN

De la fragilidad y fortaleza humana inmersa en la atrocidad
a la decantación del héroe para todas las edades.


Escrito por Rita Lozano

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La transición de la figura del detective recto y lleno de ideales en contra del crimen, que nos llevó desde Sherlock Holmes y sus metáforas como Sherlock Hound de Miyazaki, por poner tan sólo un ejemplo sin citar las referencias de Disney, hasta los detectives rotos e incluso corruptos del film noir en la animación, no es fortuita. Es el resultado de escritores y directores que se enamoraron de este género y decidieron llevarlo a ese otro mundo que creaban con sus trabajos dentro de los dibujos animados.

Al parecer, para ellos fue imposible no identificarse con el héroe (y algunos más con los villanos) o no rendirse ante la fragilidad y fortaleza que se observa, como un voyeur, a través del filme noir en el corazón de los personajes que intervienen en estas historias; mismos que reflejan más allá de la utopía del prístino defensor de la ley, situaciones más mundanas y cercanas a la realidad.

Culpables de encontrar cierta fascinación en estas películas, es grande la lista de artistas que han imaginado y se han arriesgado por amalgamar la animación con el filme noir. Ya sea como temática, referencia, deconstruyendo sus elementos, para transformarlos en algo distinto o jugando con ello e incluso usando la animación, solamente como recurso narrativo necesario para plasmar algunas de estas historias.

A pesar de que tanto el comic como la novela policiaca de los años 30, fueron los medios que consolidaron a partir de esa década al héroe detective, con sus virtudes y defectos, que luchaba en contra de un mal inserto en la sociedad, que parecía en ese entonces imposible de eliminar, siempre persiste algo de estos dos foros en toda película noir y es casi imposible imaginar el resultado audiovisual, alejado de las imágenes forjadas con la narrativa en prensa. Claro ejemplo de ello, aunque varias décadas después, es Sin City.

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“J’ai tojours confondu la vie avec les bandes dessinées…” (Siempre confundí la vida con las tiras cómicas) si pudiéramos aplicar esta frase de la canción que canta Dimash Kudaibergen a la película Sin City, diría que Rodríguez y Miller lo lograron y no porque esté basada en un comic, sino porque cada animación es exacta. Diríamos que así como el guionista a la hora de escribir una película musical, usa las canciones para acentuar; la animación en las películas live action se vuelve un recurso más sutil, pero igual de fuerte y aquí fue atinadamente utilizado para imbuirnos en las aristas atroces de la historia en una ciudad que sin duda parece a cada momento sacada de un cómic, pero que también es más real de lo que muchos quisieran.

Reinassence de 2006, es otra película que aborda directamente el género de cine negro, pero no deja de distraer mi atención que se decidiera narrar sin color, como si fuese un comic y no todo el cine negro debe narrarse en blanco y negro. También hay videojuegos que pueden considerarse directamente relacionados, como L.A. Noir.

Sin embargo, donde hay animación, siempre hay espacio para el juego y la experimentación; también hay un constante guiño en las películas y series animadas que mezclan el género de detectives que nos llega por las historias de Conan Doyle y Agatha Christie , junto a las de otros autores, con el cine negro, suavizándolo, mezclando elementos de uno y del otro, haciendo casi atractivas las características del detective solitario, enfrentado al mundo ante la inevitabilidad de sus desgracias con una melancolía y resignación simulada que las hace parecer casi que son una elección de soledad, un vistazo que endulza la verdadera miseria y oscuridades que se esconden detrás de la humanidad que se revuelve en sus esferas más bajas: las del crimen y las de quien lucha por resolverlo a sabiendas de que entrar en ese mundo es convertirse en un héroe derrotado a priori, que sólo podrá ganar unas cuantas batallas y tendrá que sacrificar otras, entre ellas el amor que sólo podrá ser encontrado en ese salvaje entorno o devorado por él.

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Dick Tracy Show, del principio de la década de los 60, que desde el inicio anuncia el nombre Dick Tracy con audio de balazos y tiene un narrador con una voz similar a la de la serie Los intocables es el ejemplo perfecto de cuan suavizado puede ser el crimen a manos de los animadores. Quién engañó a Roger Rabbit, simplemente conjuga varios elementos, en algo deliberadamente disparatado, como excusa para unir animación y liveaction.

También tomando elementos para narrar sus historias, Las Aventuras de Carland o Carland Cross se permite jugar incluso con historias como la de Frankenstein y una más de zombies, sin perder la identidad de la serie.

Y en el terreno de los videojuegos, Detroit becomes human, me parece que se atreve a sacar la figura del detective del cine negro y la confronta con su versión de lo que sería el detective androide con los personajes de Hank y Connor.

En cuanto a los cortos animados, también hay de todo, aunque llama la atención los métodos de realización del corto Mascarpone (2018) y sus resultados

Una de las películas recientes, digna de mencionar, que hace una referencia al género que nos ocupa hoy es Phantom boy y si pudiéramos meter en una caja de regalo, que es la vida, todos los temas tratados desde la visión de un pequeño que ama las historias policiacas, entonces el que en una animación para niños aparezcan asaltantes, disparos, policías, no parece nada grave, ante la menos ruidosa, pero igual de grave situación que es tener cáncer. En donde se enfrenta a la muerte desde otras fronteras y las amenazas, son menos vistosas tal vez porque nos vamos acostumbrando a ellas, pero son igual de reales. El escape al dolor y a la situación real, no es como en Mother Rosario de Sword Art Online a través de alta tecnología, si no de los recursos que todos llevamos dentro… nuestra imaginación, que en manos de este personaje se cuelga del género noir, paradójicamente, para encontrar luz en medio de otra oscuridad y nos hace ver a los viajes astrales como de lo más normal.

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Qué sucede cuando el cine negro tiene un affair con el western en un entorno similar a la saga de “Fundación” y el anime en su ADN: Cowboy Bebop. En el episodio 1, su primera escena no puede sino recordarnos las películas de Orson Welles y las de Hitchcock. Tampoco es gratuito que el primer villano se apellide Asimov y el segundo episodio nos recuerde a la película China Town. Pero Digamos que sus creadores Keiko Nobumoto, Shinichirō Watanabe y en sí, el colectivo Hajime Yatate hicieron lo que Dalí con sus pinturas… conocer las reglas, jugar con ellas, mezclarlas e incluso romperlas con un resultado siempre fascinante, ofreciendo una serie de guiños al cine negro, desde la música, los fondos, encuadres y elementos en la historia, coinciden en un entorno algo colorido, como el animé acostumbra.

Ahora bien, no todos los programas con género detectivesco o temas sórdidos caben necesariamente en el referente al cine noir. A mi parecer, no entran en esta lista series como Scooby Doo, Inspector gadget, o el Detective Conan, Perfect blue y varias más.

En cuanto a cortometrajes animados, inspirados en filmes noir, hay más de 100, por lo que no los mencionaré aquí. Sin duda estas son sólo algunas referencias y no son todas las existentes, pero sí un pequeño atisbo de cómo el género del filme noir ha sido tan fuerte que ha influido en los dibujos animados, tanto en películas, series de animación, como cortos.

El cine es una radiografía de la realidad, la expresión de un pueblo. En este caso, el reflejo de la realidad cotidiana de los años 40, contemplada a través de los criminales y detectives; la cual trascendió, no sólo a las notas en el periódico, las novelas, los cómics, o al cine realizado con actores, sino a su sublimación gradual hacia el mito, consolidado sin duda, por la construcción del mismo a través de la animación, permeándose así hacia un público que abarcó a todas las edades y que a pesar de los años no ha muerto, sino que se ha transformado en lo que ahora llaman el género neo-noir, el cual sin duda tuvo un campo fértil de experimentación dentro de la animación, porque ahí justamente no existían límites de imaginación y expresión, en los años en los que los efectos especiales limitaban la narrativa visual en otras áreas.