TITAN A.E.
por Rita Lozano
Los espectadores nos quedamos boquiabiertos cuando en los primeros minutos de película, sin más, estallaba la tierra por un ataque alienígena, con apenas unas cuantas naves de sobrevivientes pudiendo escapar, al tiempo que otras naves llenas de personas eran alcanzadas por la onda expansiva de la explosión. Para que luego apareciera con gran estruendo el título Titan A.E. [After Earth] en una de esas pantallas enormes de cine, que desafortunadamente ya no existen en México, un poco más pequeña que una pantalla IMAX, pero en una sala mucho más grande.
Titan A.E. es un parteaguas en la animación occidental siendo la primera película de animación de gran formato con reproducción digital en salas de cine y que combinaba animación 2D, con más de 80% de imágenes generadas por computadora. Eso era de cierta manera demasiado para los espectadores acostumbrados a ver películas animadas tan sólo para niños realizadas en occidente. Tal vez sea por eso que se le compara tanto a esta película con el animé que incluye desde hace varias décadas temas y animaciones dirigidas a un público distinto al infantil, a pesar de que Titan A.E. es parte de una evolución distinta a la de la animación japonesa.
Los responsables de esto: un par de renegados que décadas atrás habían renunciado a su trabajo en los estudios Disney, en el nombre de Walt Disney, para seguir su verdadero legado y dejarlo a las nuevas generaciones. Estoy hablando de Don Bluth y Gary Goldman; quienes dejaron los estudios Disney por la falta de consideración de sus superiores hacia la calidad del trabajo de arte en las animaciones, así como el deterioro en el proceso de producción y la falta de respeto de los jefes hacia los artistas en el sentimiento de que Walt Disney jamás toleraría algo así. 11 animadores renunciarían al día siguiente para seguir a Bluth. Según relata Jerry Beck en su artículo “Don Bluth goes independent”¹, acompañados de un tercer director, Art Vitello (Animaniacs y Tiny Toons Adventures).
Con las voces de Matt Damon, Drew Barrymore, Bill Pullman y John Leguizamo en el reparto estelar, así como una banda sonora muy bien trabajada y un soundtrack extraordinario, se pensaría que todo iría viento en popa. Sin embargo, no era así. La película que originalmente sería filmada en live action, fue brillantemente lograda en tan sólo 19 meses por Don Bluth y su equipo, pero Fox ya tenía planeado cerrar sus estudios de animación; hizo despidos masivos de personal durante la producción, orillando a que algunas de las secuencias fueran realizadas por estudios externos y apenas 10 días después del estreno cerraron los estudios de animación. Parecería que ellos estaban enfrentando su propio apocalipsis tras bambalinas.
Esto sin duda afectó la promoción del filme y su desempeño en taquilla. Aún así, Titan A,E, es invaluable para la animación occidental, no sólo por los elementos que ya mencioné, también por la paleta de colores, el diseño de las naves espaciales, el guiño hacia las posibilidades infinitas de la animación, como suele suceder en las películas animadas de ciencia ficción; por los visos de oscuridad que no son tan ajenos a las personas o por ese estilo propio que tal vez vimos nacer con los videojuegos Dragon’s Lair y Space Ace, más allá de eso, trata un tema central, que nos hace ver que muchas veces las historias animadas no son tan lejanas a la realidad.
Uno puede pensar que Titan A.E. habla de cuidar nuestro planeta y sí, pero hay algo aún más profundo que ver ahí: la empatía del hombre, por el hombre mismo. No sólo Cale experimenta una serie de procesos internos, desde que es niño hasta el final de la película, en donde su visión del mundo, de la vida y de quienes le rodean cambia drásticamente, sino también otro de los personajes principales. Finalmente, estas percepciones y las acciones que llevan a cabo para seguir su visión hasta las últimas consecuencias, nacen enteramente del interior de cada quien. Y nos puede llevar a cuestionar si acaso tener más empatía y respeto es la solución que estaba frente a nuestras narices y que dejamos pasar inadvertida. ¿Cómo sería el mundo, si el ser humano tratara a los demás seres humanos con igual respeto y amor con el que se trata a sí mismo?
La verdad es que muchas de las cosas que suceden hoy en día se aclararán muchos años después, permitiendo a quienes observen estos hechos desde una perspectiva un poco más objetiva, ver las causas de la realidad en la que nos vemos envueltos. El proceso de dejar atrás la indiferencia y el odio por otros seres humanos, tal vez nos permitiría alcanzar mayores grados de bienestar o evitaría las guerras, las mezquindades. Reconocer la grandeza interior y optar por ella. Arriesgarse a abrir el corazón a nuevas posibilidades emocionales alejadas del hedonismo y la supervivencia, pero más cercanas a la empatía y al amor, quizá nos permitirían ver el mundo de otra manera.
La vida sigue y Don Bluth siguió animando, principalmente para videojuegos, aunque habrá una película de Dragon’s Lair en Netflix. La película Titán A.E. se mantuvo a flote pese al desastre que le rodeó y permanece como una joya invaluable en la historia de la animación. Los personajes de la película, a pesar de los escenarios de constante crisis, prevalecen en esa realidad y es por todo ello que sin duda es una película para ver en estos días. En este 2020, para muchos, el mundo como lo conocíamos se ha desmoronado, ya sea por las pérdidas personales, laborales o las dinámicas de vida, pero son los motivos más grandes, aquellos que nos sobrepasan, los que nos permiten seguir adelante, reencontrarnos con el valor interno de cada quien y hacer algo por los demás. Todos los seres humanos, sin excepción, tenemos una grandeza interior y es sólo cuando nos permitimos contactar con ella que encontramos la fuerza para reconstruir el alma, la vida y nuestro hogar en las condiciones que las circunstancias nos ofrecen. Y de alguna manera, de esto habla Titán A.E.