RITA LOZANO
Me gustan y veo casi todos los géneros de cine; escribo tanto en computadora, como en mis atesoradas máquinas de escribir mecánicas, si me apetece me como el postre antes de la comida sin remordimiento alguno, y no puedo prometerte ninguna estructura o secuencia temática apegada a un orden cronológico. Lo único que puedo ofrecerte es el acuerdo de que mientras sigas leyendo este espacio, daré lo mejor de mí, para que estas letras sean disfrutables, compartir ese amor desenfrenado que tengo por el cine y pues, como generalmente las personas leen en silencio, susurraré en tu mente a través de tu mirada, algunos títulos extraordinarios de lo que, en el cine, se ha hecho hasta el momento para ti.
RITA RECOMIENDA
ARTÍCULOS ESCRITOS POR RITA LOZANO
En este 2020, para muchos, el mundo como lo conocíamos se ha desmoronado, ya sea por las pérdidas personales, laborales o las dinámicas de vida, pero son los motivos más grandes, aquellos que nos sobrepasan, los que nos permiten seguir adelante.
Crecer, o llegar a una mejor versión de uno mismo, como se muestra en esta serie, lo mismo puede sucederle a un niño de 112 años (…).
Ser un adulto no es tener un arma, ni detentar el poder sobre otro, o poder matar. Sin importar la edad, ante el miedo más profundo, todos se conviertan en niños asustados.
Rita Lozano nos presenta tres de sus películas de animación favoritas en el marco navideño.
En este caso, el reflejo de la realidad cotidiana de los años 40, contemplada a través de los criminales y detectives; la cual trascendió, no sólo a las notas en el periódico, las novelas, los cómics, o al cine realizado con actores, sino a su sublimación gradual hacia el mito, consolidado sin duda, por la construcción del mismo a través de la animación, permeándose así hacia un público que abarcó a todas las edades y que a pesar de los años no ha muerto, sino que se ha transformado en lo que ahora llaman el género neo-noir, el cual sin duda tuvo un campo fértil de experimentación dentro de la animación, porque ahí justamente no existían límites de imaginación y expresión, en los años en los que los efectos especiales limitaban la narrativa visual en otras áreas.
Cuando tenía 7 años, fui a ver al cine la película de Popeye con mis padres, recuerdo que a ellos no les gustaba tanto el cine, pero ante la insistencia de sus críos, no tuvieron opción. A esa edad y para ese entonces, éramos una generación que veía las caricaturas de Hanna Barbera a diario, entre ellas el programa de Popeye.
Animatics como producto final y la democratización de los medios